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REVISTA ESPAÑOLA DE DEFENSA 332

Estuvo en Bosnia y Afganistán, fue profesora en la Escuela de Guerra y posee dos cruces al Mérito Militar y la Cruz de San Hermenegildo. Las divisas de una artillera CONSERVA la misma guerrera que tenía cuando salió de la Academia General Militar. Pero ahora, sobre ella luce toda su trayectoria profesional. En el lado derecho, el distintivo de misiones refleja su participación en SFOR (en Bosnia) e ISAF (en Afganistán), y la insignia del Curso Avanzado de Inteligencia y Seguridad, que realizó cuando fue destinada, como capitán, a la Escuela de Guerra. En el lado izquierdo, el pasador con las condecoraciones que ha recibido en sus 25 años como militar. No está completo; le falta la Cruz al Mérito Militar con distintivo blanco, que le acaban de conceder pero aún no le han impuesto, por el trabajo bien hecho en la Dirección de Personal del Ejército de Tierra, su anterior destino. Junto a los reconocimientos de su paso por Afganistán y Bosnia, figuran otra Cruz al Mérito Militar con distintivo blanco, por su labor en la Escuela de Guerra, y la Cruz de San Hermenegildo, «que te conceden por los años que llevas como militar, si no has roto nada», bromea. Sobre el pasador también luce el distintivo que la acredita como profesora de la Escuela de Guerra. Y, en la parte alta de la solapa, los emblemas de Artillería y de oficial de Estado Mayor. —¿Ha participado en operaciones internacionales? —Sí. Estuve en Bosnia y en Afganistán. En la primera, realicé cometidos CIMIC y, prácticamente, no ponía los pies en la base. La guerra ya había terminado y había mucha seguridad; me moví muchísimo y conocí a mucha gente. En la segunda, en Afganistán, me podía mover un poquito menos pero, dentro de eso, también salí alguna vez de la base y, además, estaba en un puesto en el que me enteraba de todo. No es lo mismo estar centrado en un campo concreto que tecio, de misión, o haciendo algún curso, somos menos. Nos llaman «los 300». Nuestro cometido principal es dar los apoyos de fuego y de defensa antiaérea a la Brigada de Infantería Acorazada Guadarrama XII. Coordinamos los apoyos de fuego en beneficio de la brigada. Para ello contamos con dos baterías de obús autopropulsadas M-109, otra de Light Gun que nos han traído hace poquito y una tercera de misiles Mistral para la defensa antiaérea. —¿Cómo afecta a la unidad la reorganización orgánica que está acometiendo el Ejército de Tierra? —Hemos pasado de ser un grupo ATP (autopropulsado) a ser el grupo de la Brigada Operativa Polivalente XII, es por lo que nos han mandado la nueva batería. Antes contábamos con tres baterías ATP; una desapareció y su material se repartió entre las otras dos, que han pasado de tener seis a tener ocho piezas, y la Light Gun se ha convertido en la tercera batería. Ahora estamos centrados en conseguir coordinar el movimiento de los elementos de cadena y los de ruedas, cuya movilidad es totalmente distinta. Igualmente, hay que coordinar el sistema de mando y control, no solo entre esos dos tipos de materiales, sino también con los sistemas de mando y control de la brigada, que también son distintos. —¿Qué necesidades tiene el arma de Artillería en la actualidad? —La Artillería en España tiene un problema, y es que no salimos de misión. Y, al no salir, hay muchos que no saben exactamente lo que somos capaces de hacer. Hay competencias que casi tenemos que amarrar con uñas y dientes. Por ejemplo, la coordinación de los apoyos de fuego: en las misiones, al no haber elementos de Artillería para hacer esa coordinación, los fuegos aéreos en beneficio de las unidades los hace directamente el VAMTAC S3. Hay que reeducar a las unidades porque eso es competencia de la Artillería. Es la única forma de asegurar que toda la coordinación va bien. Además, por no salir de misión, sobre todo la artillería pesada, nuestros ATP están un poco obsoletos y, a medio plazo, habría que ir relevando esas piezas. Tenemos también el problema del sistema de mando y control. Necesitamos uno que permita a todas las unidades comunicarse entre sí. Ahora mismo tenemos uno propio de Artillería, TALOS, que no es interoperable con los de Infantería. Hay formas de hacerlo, pero son poco ágiles. Sería bueno contar con un sistema que sirviese igual para todos. Y luego están las transmisiones. Cada día avanza más la tecnología y es prácticamente imposible no quedarse atrás. Pero la transmisión de datos es mejorable. Octubre 2016 Revista Española de Defensa 39


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