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REVISTA DE HISTORIA NAVAL 134

LA ARMADA EN LA GUERRA DE ÁFRICA (1859-1860) llas pensionadas para unos marineros que no solo arriesgaron la vida al fijar un andarivel en tierra para permitir el rescate del resto de la dotación, sino que volvieron al buque, otra vez con gravísimo riesgo de sus vidas, para salvar la caja de caudales del buque y su bandera (9). Mientras tanto, en tierra, la situación del ejército no era más halagüeña y cobraba un tinte cada vez más negro. El cese en los suministros convirtió la expedición en tierra en un «campamento del hambre», con raciones que apenas daban para tres días, en el marco de una general escasez y una zozobra que parecían comprometer definitivamente el éxito de la campaña. Este episodio expresa bien a las claras lo crucial del aporte logístico de la Escuadra que venimos señalando, y explica la decisión de Bustillo de aguantar, pese al peligro de temporal, todo lo que pudo. Pero, escampado el temporal, el suministro pudo restablecerse; y cuando, tras las muchas penurias pasadas, las tropas divisaron los buques, acercándose denodadamente con provisiones frescas y municiones, la alegría se desbordó en las playas, en una escena vívidamente recordada por Pedro Antonio de Alarcón. Reavitualladas las tropas, pudo reanudarse el asalto, para lo que se creó una batería de sitio con piezas y dotaciones provenientes otra vez de la escuadrilla sutil. Tras duros y sostenidos combates, Tetuán caía por fin el 6 de febrero. Los marroquíes, obviamente impresionados, decidieron volver a la mesa de negociaciones. Los bombardeos de Arcila y Larache Sin embargo, no tardaron en surgir nuevas dificultades que provocaron las consiguientes dilaciones, así que OʼDonnell, pese al veto británico, decidió reemprender la lucha en dirección a Tánger. Como preparación al avance y demostración de fuerza, OʼDonnell decidió que la Escuadra bombardeara los principales puertos marroquíes —a excepción de la ciudad citada—: Arcila, Larache y, en la costa atlántica, Salé y Rabat. Sin asomo de dudas, de entre todos los hechos de armas en que intervino la Escuadra a lo largo de la campaña, el más importante fue el bombardeo de Arcila y Larache, de cuyos pormenores nos da cuenta, en un completo informe, su comandante, el entonces jefe de escuadra josé M.ª Bustillo y Barreda, que había reemplazado en el mando a Díaz Herrera, de baja por enfermedad: «Tengo el honor de acompañar a VE el diario de mis operaciones los días 24, 25, 26 y 27 del actual febrero, así como el plano del ataque a los fuertes de Larache, estado de las municiones consumidas en el mismo y también en los de Arcila, relación de las desgracias personales y averías en los cascos y aparejos. (9) FERNÁNDEZ DURO, Cesáreo: Naufragios de la Armada española. Madrid, 1867, pp. 350ss. Año 2016 REVISTA DE HISTORIA NAVAL 41


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