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REVISTA DE HISTORIA NAVAL 134

LA INTELIGENCIA EN LA EMPRESA DE INGLATERRA: LECCIONES APRENDIDAS Walsingham operaba con redes independientes, lo que le permitía contrastar las informaciones que le llegaban a través de las embajadas con las de su propio servicio secreto. Una parte de sus agentes se componía de estudiantes ingleses en universidades extranjeras. Incluso elaboró un plan detallado para obtener información sobre España: Plot for intelligence out of Spain. Empleó a los judíos expulsados de España y Portugal como red de información. Además del exilio, el presidio fue una de sus principales canteras de fuentes de información, aprovechando la sed de venganza de cautivos y exiliados (51). Una diferencia importante entre ambos servicios estribaba en su financiación. En el caso de la red española, al estar inserta en el mastodóntico aparato político-administrativo filipino, se sufragaba por dotación presupuestaria: los gastos secretos. Por el contrario, los servicios ingleses de Walsingham eran una organización particular, que servía directamente a los intereses de su señor, en este caso Francis Walsingham, más que a los de su reina, que se limitaba a finaciarlos (52). De todo lo anterior es de destacar que las características de la Inteligencia Humana (HUMINT), así como sus ventajas y desventajas, no han cambiado con el correr de los siglos, y hoy en día sigue valiéndose de una tipología muy diversa de personas: funcionarios propios, agentes infiltrados, agentes dobles, desertores, refugiados o inmigrantes, prisioneros de guerra… La principal ventaja de la Inteligencia Humana es que permite conocer las verdaderas intenciones del otro, si bien puede estar intoxicada con información falsa, su procesamiento requiere mucho tiempo y resulta difícil determinar su grado de fiabilidad. Para ilustrar esta atemporalidad antes mencionada, señalemos el hecho de que ya entonces existió la figura del agente doble. Walsingham fue muy audaz en el manejo de estos «topos» (53). Puesto que en muchos casos había que recurrir a gentes de dudosa fidelidad, había que «fabricarla» mediante un sueldo jugoso o, en el caso de que el agente fuese un informante esporádico, una aportación generosa. De hecho, en los presupuestos filipinos, los gastos secretos constituían una partida importante, lo que generó inevitablemente casos de corrupción que llegaron a ser investigados por el propio Felipe II (54), algo que también nos resulta actual. y así, como indica el libro Los espías de Felipe II: «… el problema de los gastos secretos y el espionaje, un conflicto permanente» (55). La fiabilidad de la fuente y la genuina naturaleza de sus motivaciones siguen siendo cuestiones espinosas para los actuales analistas de inteligencia (56). (51) MORÁN TORRES: art. cit.; CARNICER GARCÍA y MARCOS RIVAS: op. cit. (52) CARNICER GARCÍA y MARCOS RIVAS: op. cit. (53) CABAÑAS AGRELA: «Fiestas e intrigas»; MORÁN TORRES: art. cit. (54) GARCÍA HERNÁN, E.: «Espionaje en la batalla de Lepanto», en Historia 16, núm. 332, 2003, pp. 9-41. (55) CARNICER GARCÍA y MARCOS RIVAS: op. cit. (56) jORDÁN ENAMORADO: op. cit. Año 2016 REVISTA DE HISTORIA NAVAL 87


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