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REVISTA DE AERONAUTICA Y ASTRONAUTICA 858

dalajara. Se sabe que la meteorología era muy adversa y a ello puede achacarse esta tremenda desgracia que se ha saldado con nueve muertos y un herido grave, el teniente Julio Esponera. Pilotaba el trimotor el capitán Carlos Suárez Campos, aviador de reconocido prestigio (foto) y se comenta, que uno de los primeros testigos de la catástrofe, fue el obispo de Barbastro, quien circulaba en automóvil por la inmediaciones; el prelado, además de trasladar a uno de los heridos al hospital, administró los auxilios espirituales a los ocupantes del avión siniestrado. Hace 70 años Adiós al 13 Lugo 26 noviembre 1946 Para participar conjuntamente en las maniobras que realiza la Escuadra en aguas del Cantábrico, habían sido destacados al aeródromo de Rozas tres Dornier 17, más conocidos por “Bacalaos” que esta mañana, poco antes de las 10 horas, partían hacia su objetivo. Pilota el 27-13 el alférez Municio con el teniente Fernández García (José Manuel) en función de navegante, acompañados por los cabos Flores (mecánico) y Serano (radio), además de un soldado quien pidió le dieran el “bautismo del aire”. Llevaban unos pocos minutos de vuelo cuando a la vista del mal tiempo reinante recibieron orden de regresar a tierra. En el muy amplio viraje para la aproximación que el 27-13 realiza, a fin de dar paso a los otros aviones, se aleja relativamente de su base, adentrándose en nubes muy bajas. Volando con el tren metido, pegado al suelo, sufriendo la típica meteorología invernal con nubosidad, chubascos y fuerte viento racheado; sin radio ni altímetro, vivieron segundos de angustia que acabaron con el sobresalto que les produjo la colisión del avión con arboles y su inmediata caída en una ladera boscosa, Alguno de los tripulantes salió despedido. Llovía “a mares”; todos se encontraban heridos e inconscientes y así permanecieron horas, hasta que el soldado que no había sufrido más que contusiones, partió en busca de socorro y a media tarde ingresaban en el hospital de Lugo dos heridos gravísimos, otros tantos graves y uno leve. Nota de El Vigía: Afortunadamente, con el paso del tiempo, sanarían de sus heridas. Respecto al (27-13), cuyos números suman la, para tantos, fatídica cifra, fue el fin de un avión al se creyó inmortal. Durante la guerra, con Carlos Coll y Luis de Zavala, había sobrevivido a la carambola que la artillería antiaérea republicana se marcó en el cielo de Artesa de Segre, cuando los restos del avión que volaba a su izquierda, rozando su morro acristalado, se estrellaron con el que llevaban a su derecha. Recién alcanzada la paz, el 4 de abril de 1939, el día que cayó García Morato, el 13, pilotado por Carlos Coll fue el único que al darse la vuelta, creyendo que los otros tres al mando de Ibarra lo hacían, no siguió la ruta que los llevaría a la muerte. Hace 55 años Trompazo Calahorra (Logroño) 4 noviembre 1961 Serían las cinco de la tarde de ayer, cuando el piloto donostiarra Elías Eguiguren partió del aeródromo logroñés de Agoncillo con destino Fuenterrabia. La Bücker E.3B-537 cedida al Aero Club de San Sebastián, iba “redonda” y el entusiasta piloto –industrial panadero de profesión– disfrutaba plenamente. Pero, poquito a poco la visibilidad fue decreciendo, hasta que llegó un punto en que la sensatez le hizo desistir y volverse. Para colmo, a su espalda, la visibilidad había emporado; llegado a la altura de Pamplona siguió con rumbo SE y se pasó. La escasez de luz y de combustible, le llevaron a “meterse” en un descampado cercano a la vía férrea, a 4 km. de este municipio. La toma, dadas las circunstancias, resultó aparatosa, como puede verse en la foto, en la que el bueno de Elías, aparece entre una pareja de la Benemérita, acompañados del amigo Luis Calparsoro (sobrino de José Ramón) quien acudió esa mañana a auxiliarle. 1002 REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Noviembre 2016


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