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REVISTA HISTORIA MILITAR EXTRA BERNARDO GALVEZ

ACTITUD DE ESPAÑA ANTE LA REVOLUCIÓN DE LAS… 71 ton; envía armas, pólvora, municiones y la suma de 70.000 pesos a Nueva Orleans al capitán James Willing, delegado del Congreso Continental para su recepción; envíos de dinero en metálico o letras de cambio a pagar por el Tesoro de España a Arthur Lee; y también otros envíos de dinero y cargamentos de suministros variados a La Habana, para luego ser entregados en Nueva Orleans, Boston o Filadelfia. Al ser España potencia neutral en la Revolución Americana (de iure, no de facto), el método seguido en todas estas operaciones secretas destinadas a los revolucionarios de las Trece Colonias es ocultarlas tal como fueran suministros destinados a reemplazar los almacenados en los Reales Polvorines; cañones, mosquetes, telas para uniformes, mantas y tiendas de campaña para el Batallón de Luisiana; y quinina y otros medicamentos para el Hospital del Rey, en Nueva Orleans. Pero como Gálvez cree imposible mantener en secreto todos estos envíos con documentos oficiales, propone al Gobierno de Floridablanca, a través de su tío José, que se realicen de contrabando. El Gobierno acepta tal propuesta y Carlos III dispone el procedimiento mediante la Real Orden de 13 de octubre de 1777. A partir de entonces, como prácticamente toda la ayuda prestada por la Corona de España a la Revolución Americana es necesariamente clandestina, la falta de documentación impide que pueda contabilizarse. No obstante, a pesar de todas las precauciones adoptadas, los espías británicos no dejan de informar al general Peter Chester, gobernador de la Florida Occidental, y al Gobierno de Jorge III del Reino Unido, sobre el apoyo que el Congreso Continental está recibiendo de la Corona de España. En noviembre, Jorge III declara en el Parlamento que su Gobierno desea la paz en Europa, pues “las potencias extranjeras continúan en darme seguridades de sus disposiciones pacíficas; de las mías no puede dudarse, pero en un tiempo en que prosiguen los armamentos en los puertos de Francia y España, he creído conveniente aumentar considerablemente mis fuerzas navales… Y así como por una parte estoy determinado a no ser yo quien turbe la paz en Europa, así por la otra seré siempre un fiel defensor del honor de la Gran Bretaña”.44 Lord Chatham le contesta que si desea la reconciliación con las Colonias, debería empezar por cesar las hostilidades y permitir que sean los norteamericanos quienes voten y se impongan los impuestos. Al conocerse en París el discurso de Jorge III, el ministro francés Maurepas pregunta a Aranda si no era un motivo para cancelar los preparativos que Francia y España están realizando para la guerra. El embajador Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2016, pp. 71-96. ISSN: 0482-5748 44  Ibidem, ut supra.


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