Page 51

REVISTA DE HISTORIA NAVAL 135

ANTONI PICAZO I MUNTANER Pero ¿de quiénes y de qué instituciones recibió apoyó Azcueta en su solicitud? Como ya hemos citado, Azcueta pertenecía a una amplia red de poder que controlaba el destino económico, político, militar y aun religioso de Filipinas. Entre las personas que le avalaron hallamos a los principales miembros del poder político y militar: el gobernador y capitán general del archipiélago, Pedro de Acuña; el cabildo manileño al completo, entre cuyos miembros figuraban juan Alonso de Sosa, Agustín de Arceo, Álvaro Pérez, Diego Ruiz de Ayala, Pedro de Chaves, Marcos de la Cueva, juan de Valmaseda, el escribano Miguel Martínez y, por supuesto, religiosos como fray juan de Garrovillas, provincial de la orden de san Francisco; el deán, juan de Vivero; el arcediano, Fernando Gómez de Arellano; el chantre, Santiago de Castro; el maestro de escuela, el canónigo Francisco Rodríguez Cervantes, y Francisco de Carranza, Gregorio López, provincial de la Compañía de jesús en Filipinas, y Pedro de Montes, también jesuita. La mayoría de estas personas, como colonos de las incipientes Filipinas hispánicas que poco a poco se iban introduciendo en el comercio regional, ya habían enviado una queja a la corte en la que solicitaban una revisión de las ordenanzas que restringían el comercio del archipiélago con Nueva España (15). Entre sus peticiones podemos destacar, por ejemplo, la de que se les otorgasen mercedes con que compensar la cantidad de imposiciones que pagaban por las mercancías que mandaban a Nueva España, cuyo número, se quejaban, últimamente se había incrementado demasiado. Lógicamente protestaron por las restricciones que se habían impuesto para el comercio con Asia y América, y en especial por la irrupción en el mismo de los poderosos mercaderes novohispanos, muy capitalizados y que estaban acaparando las mejores mercaderías que llegaban a Filipinas. Finalmente, tras apelar al gran servicio de armas que prestaban los colonos de las islas, defendiéndolas de los numerosos enemigos que las rodeaban, pidieron autorización para comerciar directamente con el Perú. Esa red pervivió aun con el cambio de gobernador. Así, cuando llegó Gómez Pérez das Mariñas, lo hizo acompañado de un sobrino, Fernando de Castro. Azcueta, y buena parte de la red a la que pertenecía, intercedió ante la misma Corona para que al joven recién llegado se le diera un cargo político. Pero toda red tiene su competidora, y los choques entre ellas, especialmente en Filipinas, eran bastante frecuentes y, en algunos casos, incluso violentos. En ese sentido, el oidor de la Audiencia, Antonio de Ribera Maldonado, ordenó motu proprio, y sin ajustarse a la legalidad, la detención de Azcueta y su encarcelamiento en el mismo cabildo de la ciudad, de lo que pasó después a informar al maestre de campo de Manila, Gonzalo de Ronquillo. Sin embargo, la rápida intervención del gobernador y capitán general, Pedro de Acuña, atajó esta crisis entre los militares y la Audiencia, que se agravaba a ojos vistas. Acuña, además, envió una misiva urgente a la corte en la que demandaba una delimitación más clara de competencias y que la Audiencia no se extralimitara (15) AGI, Filipinas 35, N.4. Carta de vecinos de Filipinas sobre situación y comercio, 28 de junio de 1595. 50 REVISTA DE HISTORIA NAVAL Núm. 135


REVISTA DE HISTORIA NAVAL 135
To see the actual publication please follow the link above