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eran muy silenciosos, instalaban baterías eléctricas de gran capacidad, eran capaces de navegar a altas velocidades tanto en superficie como en inmersión, y disponían de una autonomía y radio de acción mucho mayores que sus predecesores, contra los que los aliados habían conseguido adquirir cierta ventaja en el último período de la guerra. Los submarinos alemanes de nueva generación hacían prácticamente inútiles los medios de detección, seguimiento y ataque de que disponían las Marinas aliadas de la época y por ello, la Armada nor teamer icana convocó un concurso para buscar un sustituto a su flota aérea antisubmarina basada en tierra. La situación era grave, ya que sus servicios de inteligencia tenían la certeza de que la Unión Soviética, que había tenido también acceso a estos submarinos alemanes de última generación, estaba construyendo sumergibles propios con tecnología derivada de aquéllos. En estas circunstancias, era preciso encontrar cuanto antes soluciones diferentes para afrontar con éxito la nueva amenaza, en el convencimiento de que el material de que se disponía no era el apropiado. Afortunadamente para la Marina norteamericana, ni astilleros, ni empresas aeronáuticas o electrónicas habían bajado en ningún momento la guardia, y permanentemente se probaban nuevos equipos que incorporaban tecnologías cada vez más avanzadas. Porque no solo el Grumman “Albatross” había quedado obsoleto, sino también su sosias, el Martin P-5M, y todas las versiones de patrulla marítima del Lockheed P-2 Neptune. A finales de la década de 1950, la Marina norteamericana había encontrado ya el avión que sustituiría a toda la generación de aviones antisubmarinos de largo radio de acción hasta entonces en servicio, una generación de lo más variopinta y, por supuesto, numerosa; es decir, debía librarse de excedentes y, lo que es más importante, del sobredimensionado stock de repuestos, so pena de tener que deshacerse de ellos sin ningún beneficio, en el caso de que los aviones simplemente se desguazasen. El avión destinado a sustituir a toda la flota de aeronaves basadas en tierra que todavía servían en la Marina norteamericana, era una versión del avión de uso civil Lockheed Electra, un uso en el que había tenido un sonoro fracaso. Este avión recibiría la designación de P-3 Orión, pero de él ya tendremos ocasión de hablar más adelante. Por ahora nos centraremos en el Grumman “Albatross” porque sobre él se organizaría la que probablemente ha sido y es todavía la más fructífera empresa conjunta jamás creada en el ámbito de nuestras Fuerzas Armadas, al menos con vocación de permanencia en el tiempo, puesto que en octubre de 2013 se celebraron en la Base Aérea de Morón las bodas de oro de una unidad que fue creada para plasmar la cooperación en la lucha antisubmarina entre el Ejército del Aire y la Armada. Y así fue, en efecto, ya que en 1962 se constituyó en Jerez de la Frontera la Unidad de Cooperación Aeronaval con la denominación de 601 Escuadrón de FFAA. De forma inmediata empezó a incorporarse personal de distintas especialidades del Ejército del Aire, en un flujo constante que se extendería a lo largo del siguiente año, y con ellos, prácticamente al mismo tiempo, un reducido grupo de oficiales y suboficiales de la Armada designados para prestar sus servicios en esta unidad de nueva creación. Parte del personal que habría de constituir las tripulaciones y el personal de mantenimiento de los aviones integrantes del Escuadrón empezó su formación en EEUU en mayo de ese año, en Long Island, en la Base Naval californiana de San Diego. Lógicamente entre este personal figuraban los primeros oficiales de la Armada que recibirían la titulación de oficiales de Coordinación Táctica (TACCO). Justo es subrayar que todos ellos eran ya pilotos de helicóptero cuando acuden al curso, lo que evidencia que la Armada no perdía la perspectiva de algún día pilotar estos aviones, si las circunstancias cambiaban. El HU-16A, que entró en servicio en España como avión de patrulla marítima con la designación AN-1, estaba propulsado por dos motores de pistón de 1.425 caballos, que le daban un alcance máximo de 2.500 millas a una velocidad de crucero de 240 nudos. Disponía de un radar de exploración sectorial, un detector de anomalías magnéticas (MAD) de antena retráctil, un receptor de sonoboyas pasivas de cuatro canales, un pequeño receptor de señales radar (ESM), torpedos antisubmarinos y cohetes antibuque. Con este equipamiento, el Grumman “Albatross” podía detectar con su radar el snorkel o el periscopio de un submarino a una veintena de millas de distan- 111 Grumman HU-16A-B ASW AN.1 Albatross.


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