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LA LEGION 538

>> Actividades >> Colaboraciones EL ESPÍRITU DE AMISTAD La amistad, el juramento entre cada dos hombres, me hacer reflexionar sobre este rico espíritu de nuestro Credo. Los proyectiles de la artillería prueban la perfección de la fortificación propia, la prueba del espíritu de amistad está en la conversación. La palabra es la que muestra los pensamientos de cada uno y es nota esencial del legionario un diálogo que manifieste una apertura a los demás, cordialidad en el trato y un sincero deseo de aprender. Hoy día vamos muy rápido y cada vez nos cuesta más escuchar. Un problema frecuente para escuchar es que, mientras otro habla, recordamos algo que tiene que ver con lo que nos cuenta, y estamos pendientes de expresar lo nuestro a la menor pausa. Nos quitamos la palabra simultáneamente, y se rompe el dialogo. La sencillez legionaria encuentra siempre la conversación y si ésta no surge de forma espontánea, se busca con inteligencia. Es preciso evitar la presunción o tendencia a mostrar sólo nuestra agudeza o conocimientos. Hoy más que nunca, nos debemos esforzar por escuchar con atención a nuestro compañero, y sin hipocresía hacer un esfuerzo sincero por sobreponerse al propio criterio, por agradar y comprender al que lucha contigo en la trinchera de la vida legionaria. Saber escuchar requiere conjugar interés con discreción y riesgo con oportunidad. Es preciso no caer en la ligereza, estar dispuestos a rectificar palabras inoportunas en una afirmación que tendríamos que haber ponderado con más D. José Manuel Maldonado Martínez Cabo mayor de Zapadores rigor. Las buenas conversaciones dejan poso y vienen a la memoria ideas que alguna vez expusieron otros. Es llamativo observar cómo el espíritu de algunas personas envejece prematuramente, y en cambio otras permanecen jóvenes y animosas hasta el retiro. La Legión es joven siempre, y debemos procurar ser receptivos a las ideas de los demás. Superaremos entonces el egocentrismo que a veces nos lleva a acomodar la realidad a la estrechez de nuestros intereses, y seremos más maduros: evitaremos expresarnos con una rotundidad que muchas veces no se corresponde con nuestro conocimiento de las cosas, manifestar nuestras opiniones con un tono de censura, servirnos de soluciones prefabricadas, de consejos manidos, irritarnos cuando alguien no piensa como nosotros, llenarnos de celos cuando alguien sobresale, exigir a otro un nivel de perfección que le sobrepasa y que tal vez nosotros mismos no alcanzamos; pedir sinceridad y franqueza, cuando en cambio nos resistimos a una buena corrección. Cuando miramos con afecto al compañero, muchas veces advertimos que le podemos ayudar con un consejo, le diremos con toda confianza lo que otro también ha visto pero no ha tenido la lealtad de comunicarle. Cuando tengas que corregir, hazlo con cariño, en el momento oportuno, sin humillar, y también, con ánimo de aprender y de mejorar tú mismo en el que corrijas. Recuerda que cuando se sabe lo que cuesta mejorar, lo difícil que resulta y al mismo tiempo, lo importante y liberador que es, entonces es más fácil observar a los demás con cierta 44 538 · I-2017 La Legión


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