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REVISTA DE HISTORIA NAVAL 137

NOtA EDItORIAL Queridos suscriptores: SI en la nota editorial de comienzos de este año resumí las efemérides más relevantes, ya hemos avanzado con la inauguración el 6 de abril de la exposición temporal del III centenario de la creación de la Real Compañía de caballeros Guardias Marinas. Ésta se ha complementado con las Jornadas de Historia Marítima que con el mismo tema, se desarrollaron del 25 al 27 de abril en el Cuartel General de la Armada y con las subsiguientes conferencias en la Escuela Naval Militar de Marín y la Escuela Naval de Suboficiales de San Fernando con un total de doce conferencias que tendrán como colofón los actos que se celebrarán en la Escuela Naval Militar a primeros de junio. El año 1717 es aquel en que Patiño llega a Cádiz con la orden de Felipe v de potenciar una Armada que, tras los bamboleos de los últimos Austrias, estaba en sus más bajos momentos, ocasión que los enemigos del Imperio español aprovecharon para establecer colonias en algunas islas de nuestras posesiones caribeñas, que la Corona española tenía prácticamente abandonadas. Enjuiciar la inmensa labor de don José Patiño durante el reinado del primer Borbón es tarea imposible en tan pocas líneas pero creo que es de justicia poner de relieve que, gracias a su impulso de modernizar la acción de gobierno, inició un nuevo ritmo con los ideales de progreso y transformación de la vida española en el siglo de las luces. Patiño es el Colbert español que aplica las recetas francesas, supeditado al principio por Alberoni y que, si bien mejoró la administración, la estructura social española permaneció tal cual, inalterada, no produciendo los mismos resultados que en el país galo. La alta nobleza española se ve separada de los puestos de poder, por el principio absolutista y centralista del despotismo ilustrado, con la ficción de mantener el ejercicio absoluto y no compartido del gobierno. Llega al poder una nueva clase de dirigentes, que provienen de los estratos medios o bajos de la nobleza, con un afán único de servir al país y al rey. Patiño llegó a la cumbre del poder tras diversos puestos en la administración civil y militar, llegando al cabo de ocho años a ocupar la titularidad de cuatro de las cinco secretarías de Estado: Marina e Indias, Hacienda, Guerra y Estado, lo que en equiparación actual podríamos llamar Primer Ministro, figura que entonces no existía, actuando de hecho pero no de derecho. Su idea era sencilla: recuperar el poder español en Europa revitalizando el comercio americano, sustentado por una Marina potente, el desarrollo de una industria nacional y una política fiscal que estimulara las exportaciones. Prácticamente alcanzó los objetivos propuestos, teniendo tropiezos como la imposibilidad de relanzar el comercio con las Indias debido a la rémora del


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