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REVISTA DE HISTORIA NAVAL 137

DIEGO TÉLLEZ ALARCIA ron a ello por ser la monzón contraria a la buena recalada en Filipinas» (53). Efectivamente, el capitán vicente María Fernández y sus pilotos manifestaban «la imposibilidad de verificar» la partida basándose en el riesgo de una derrota en pleno monzón de sudoeste (54). No obstante, el comisionado de la Compañía en Lima, conde de Fuente González, no era del mismo parecer. Daba comienzo así un largo pulso entre los oficiales de la Santo Domingo y el conde en el que se verían inmersas las autoridades virreinales y del apostadero. Este se prolongó durante más de dos meses. Finalmente prevaleció el dictamen del conde. Fue necesario, con todo, sustituir al capitán y al primer piloto, ambos por excusarse de la continuación del viaje por motivos de salud. Si la coartada de Ellauri tenía bastante fundamento (una gonorrea confirmada por los facultativos), la del capitán Fernández era bastante más rocambolesca: una lesión practicando un juego de pelota (55). No es de extrañar que el médico Gutiérrez Corona juzgase que se trataba de «una enfermedad inaveriguable por hallarse fuera del alcance de los sentidos» y que para su «curación es forzoso obtenerse solo a su narración». Su conclusión era demoledora: «nada podemos asegurar a v.S. (con una certeza física) sobre el asunto» (56). Fuese real o fingida la dolencia, este contratiempo obligó al conde de Fuente González a solicitar al comandante del apostadero, tomás de Ugarte, que le proporcionase un par de oficiales de la Armada para suplir las plazas de capitán y primer piloto. Los elegidos serían don Juan de Latre para el puesto de capitán y don Francisco Zunico como su segundo (57). Se trataba de oficiales muy experimentados, particularmente el primero (58). El 17 de julio de (53)  Archivo Histórico Provincial de Burgos (AHPBu), Archivos Privados 2. Memorial de servicios de don Juan de Latre, 5 de septiembre de 1819. (54)  AGMAB, Expediciones a Indias 32. Capitán vicente María Fernández, segundo capitán Pedro Ellauri, pilotos José Joaquín de Azpillaga, Martín de Larrañaga y Manuel Fernández al virrey Avilés, 10 de mayo de 1802. (55)  Ibídem, Iriarte a Ugarte, 6 de julio de 1802. (56)  Ibídem, Rafael Gutiérrez Corona y José María Baeza a Ugarte, 6 de julio de 1802. (57)  Ibídem, Despacho de Ugarte de 7 de julio de 1802. «Don tomás de Ugarte dio orden al mencionado Latre fuese inmediatamente al Callo a encargarse y recibirse del mando de la dicha expedición lo que verificó con la puntualidad correspondiente». AHPBu, Archivos Privados 2. Memorial de servicios… (58)  Nacido en Huesca en 1769, sentó plaza de guardiamarina en 1787. Dos años después tomó parte de la campaña de evoluciones de la escuadra de Félix de texada, embarcado a bordo del San Telmo. Su experiencia se amplió rápidamente en el Río de la Plata, a bordo de la corbeta San Pío y de las fragatas Sabina y Magdalena. Alférez de fragata en 1790, recorrió las costas patagónicas en diversos buques hasta ser encargado del mando del bergantín Piedad, con el que desalojó a los balleneros británicos que se habían establecido en las Malvinas en 1793. En 1796, a bordo de la Leocadia, realizó diversos cruceros contra intereses británicos. En 1800 reconoció las islas Galápagos, determinando con exactitud por primera vez su situación geográfica. Pocos meses antes de la llegada de la Santo Domingo se le había encomendado la misión de patrullar por el Pacífico, entre Panamá y valparaíso, al mando del bergantín Peruano. MAEStRO CAStAÑEDA, J.C.: «Rasgos biográficos del capitán de navío don Juan de Latre y Aisa», en ARMILLAS vICENtE, J.A. (dir.): VII Congreso Internacional de Historia de América, vol. I. Gobierno de Aragón, Zaragoza, 1998, pp. 433-442. Sobre la figura de Latre, F. Generelo Gil ha escrito recientemente una novela: Memorias de Juan de Latre, un marino aragonés en el fin de un imperio. Editorial Pirineo, Huesca, 2013. 92 REVISTA DE HISTORIA NAVAL Núm. 137


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