Page 32

REVISTA GENERAL DE MARINA JUN 2017

EL BARCO VOLADOR Pedro GAMBóN FILLAT Introducción (RR) diferencia de la historia del transporte marítimo y la del terrestre, en las cuales todo lo relacionado a sus momentos iniciales está reservado al campo imaginativo, la del transporte aéreo puede seguirse casi con todo detalle, prescindiendo, claro está, de aventuras mitológicas como la de Ícaro cuando, con su padre Dédalo, provisto de alas de cera escapó del laberinto y quiso acercarse al Sol, y renunciando también a lo imaginado por genios como Leonardo Da Vinci y Julio Verne. Probablemente, en tiempos prehistóricos el hombre conocía la tierra como su escenario natural; más tarde lo amplió al medio marino y consideraba que el aéreo era privativo de las aves (aunque aquí sería de justicia señalar que los primeros seres en surcar los aires fueran los insectos). Pero la evolución integral de la humanidad llegó a un punto en el que se planteó el gran reto, volar, primero con la imaginación y luego se produjo la materialización del sueño. Aunque todos los experimentos de los siglos anteriores son fascinantes y básicos para los logros posteriores, si nos situamos ya en el XX, una constante realización de gestas heroicas ha pasado a la historia de la aviación. Nombres de aviadores no españoles, como Charles Lindbergh o Antoine de Saint- Exupéry, son bien conocidos y admirados, aun cuando su final fuese trágico. La nómina de famosos aeronautas españoles, por motivos diversos —estudios científicos, pericia, fortuna, etc.—, es interminable: Kindelán, Iglesias, Piñeiro, Barberán, Franco y tantos otros. En muchos de ellos su vocación y su entrega resultaron tan completas que significaron su prematura muerte. Viajes históricos: el del Plus Ultra en 1926, con Ramón Franco como protagonista y en el que la Armada participó con ayuda material y humana —esta última, 2017 871


REVISTA GENERAL DE MARINA JUN 2017
To see the actual publication please follow the link above