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REVISTA GENERAL DE MARINA JUN 2017

Entrando en San Juan de Puerto Rico en agosto de 1920. Muchos fueron los recuerdos que se llevó el buque de La Habana. Al igual que en el caso de la Nautilus, se imprimieron numerosas postales —algunas de las cuales traigo a estas páginas— y existe una película sobre la estancia del acorazado en la ciudad donde se ve de forma muy explícita lo que fue el recibimiento. Muchos de esos recuerdos fueron materiales, como la gramola que se encuentra en la biblioteca del Club Naval del Montón en Ferrol. Otros, artísticos, como el danzón que se compuso en recuerdo de la estancia. Los más importantes fueron espirituales: el cariño que los cubanos regalaron a los marinos españoles. En Puerto Rico En la prensa hubo rumores de una posible entrada en Santo Domingo que nunca se produjo. A partir de aquí empezó el periplo del buque por Puerto Rico y los Estados Unidos. A principios de agosto salió en demanda de San Juan de Puerto Rico, donde se entró el día 15. El recibimiento fue muy cariñoso y la expectación creada en el Campo del Morro, sin ser como en La Habana, fue más que notable. Al igual que en el caso del España, las monjas Siervas de María saludaron al buque con banderas nacionales. Permaneció en este puerto algo más de una semana, hasta el día 23, en que partió con rumbo a Norfolk. FOTOGRAFÍAS CON HISTORIAS 2017 893


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