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Ambas columnas formaron parte del Non plus ultra, es decir, del No más allá o De aquí no hay que pasar, que en diversas épocas de la historia de España ha sido parte del lema del país. De todos modos podríamos asociar ese texto a la costumbre de los navegantes fenicios de inventar mitos y peligros infranqueables para evitar que la competencia se adentrara en aquellas aguas que les llevaban a los países que les proporcionaban los productos que eran la base de su comercio. Al parecer, los fenicios calificaban a dichas columnas como de Melkart, el dios fenicio equivalente a Baal de otros pueblos de Asia Menor y Mesopotamia. L. C. R. 25.059.—El traje de buzo Desde la Antigüedad el hombre ha buscado el medio para poder moverse bajo el agua sin las limitaciones de la respiración. Ya en la época asiria —3000 a. de C.— se había conseguido realizar esta hazaña mediante odres de piel de cabra a través de los cuales los nadadores podían respirar. Posteriormente, en época romana, los llamados urinatores, submarinistas, lo hacían por el mismo método, pero sin alcanzar grandes profundidades. Avanzando en el tiempo, en la época de los descubrimientos, el gran incremento del tráfico marítimo causaba numerosos naufragios, con graves pérdidas de mercancías y pertrechos a causa de tormentas, huracanes y, cómo no, ataques de corsarios. Leonardo da Vinci, en su Codex Atlanticus ya dibuja tubos, aletas y aparatos respiratorios. En el caso de la Corona española, los daños ocasionados en los viajes a Indias eran muy importantes, por lo que se incentivó la invención de equipos innovadores de buceo mediante las «cédulas de privilegios» y la contratación de rescates con beneficios muy suculentos, lo que motivó que comenzaran a parecer artilugios nunca vistos, como el que presentó Blasco de Garay a Carlos V en 1539, o el de Jerónimo Ayanz a Felipe III Equipo para recuperar cañones diseñado por Diego de Ufano. Grabado, 1613. medio siglo después, con gafas de buceo, contenedores de aire con boquillas, tubos con válvula de purga, con los que se sumergió en el río Pisuerga durante una hora. En el siglo XVII, dos españoles crean el primer traje de buzo: el ingeniero militar Diego de Ufano, que en su Tratado de la Artillería retrata a un submarinista que respira a través de una manguera que se mantiene a flote en la superficie. El otro fue Pedro de Ledesma, que mejora el anterior y afirma que su diseño fue utilizado en el rescate del galeón Atocha, perteneciente a la Flota de la Plata y hundido en Matacumbé. Ambos inventores sentaron las bases para la moderna escafandra de casco rígido concebida por el inglés Augustus Siebe en 1818. A. Á. R. MISCELÁNEA 154 Julio


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