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TEMAS GENERALES El apoyo aéreo había dejado mucho que desear; los pilotos navales habían demostrado carecer de entrenamiento en ataques de precisión a objetivos terrestres. A todo esto se le sumaron otros errores, más por omisión que por comisión, como fueron las incidencias habidas en la formación de las olas de desembarco y los desajustes horarios en el cuadro de asalto en largo, difícil y tortuoso tránsito hasta alcanzar las playas de desembarco, tal como era de prever dada la complejidad del movimiento buque-costa. Las previsiones sobre el ciclo de las mareas y, en consecuencia, de las sondas sobre los arrecifes fueron erróneas; las lanchas de desembarco convencionales quedaron atascadas en los arrecifes sin poder cruzarlos ni transbordar sus cargas a los LVT —también en un número insuficiente—, obligando a la mayoría de las tropas a cruzarlos a pie bajo el fuego enemigo. Cierto que la conquista de Betio fue la primera operación anfibia en una costa hostil fuertemente organizada de una isla que, hasta ese momento, era considerada una de las mejores defendidas del Pacífico; pero también con ello quedó desmontado el mito de la invencibilidad japonesa, con el consiguiente efecto moral en las tropas. Desde el punto de vista estratégico, la operación había sido un éxito, puesto que se había conseguido eliminar el punto más fuerte del perímetro defensivo japonés en las Gilbert, a la par que se obtenía una base aeronaval avanzada libre de amenazas inmediatas desde la que apoyar la ofensiva en el Pacífico Central. Desde el punto de vista táctico, este asalto había servido para comprender mejor el método defensivo japonés ante el ataque de una FD y así poder planificar mejor las siguientes operaciones anfibias hasta llegar a las decisivas que permitirían rendir y ocupar las islas japonesas de Iwo Jima y Okinawa. Tanto la Armada como la Infantería de Marina tomaron buena nota de sus errores y de las lecciones aprendidas pero, por diversas razones y condicionantes, no se pudieron aplicar con la integridad deseable en las siguientes operaciones, aunque ciertamente se intentó. A partir de aquí se enfatizó en el empleo de la Fuerza Avanzada en cometidos de preparación previa de los objetivos anfibios. Los fuegos de preparación —naval y aéreo— pasarían a durar días, intensivos, en vez de unas horas, intermitentes: «... a mayor contundencia de los fuegos de preparación al desembarco, menores bajas entre los asaltantes». Aun así, en el asalto a Iwo Jima —de dimensiones y orografía muy distintas a la de Betio—, en la que los bombardeos aéreos previos se extenderán durante setenta y dos días, complementados, a partir del día D-5, por toda la potencia de fuego de la Flota, también el coste en vidas de los asaltantes será muy alto. Los fuegos de apoyo al asalto se complementarían con los de la aviación de la IM embarcada o desde bases en tierra y, cuando así fuese posible, también con su artillería de campaña, previamente desembarcada y asentada en islas cercanas al objetivo. En cuanto a la ubicación de las zonas de transporte y a la disposición de los 2017 25


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