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EJERCITO DE TIERRA ESPAÑOL 917 SET 2017

INCREMENTO DE LA CAPACIDAD ANTIMISIL DEL EJÉRCITO DE TIERRA AL SERVICIO DE ESPAÑA Y SUS ALIADOS REVISTA EJÉRCITO • N. 917 SEPTIEMBRE • 2017  73  DDOOCCUUMMEENNTTOO internacional y amenaza múltiple. El resultado ha sido la integración, dentro de la estructura de defensa aérea conjunta de la Alianza, del pilar de la defensa antimisil. La defensa antimisil forma parte del sistema integrado de defensa aérea (NATO Integrated Air & Missile Defense System, NATINAMDS), el cual organiza e integra toda la defensa aérea de las naciones aliadas en una única arquitectura de mando y control. Su objetivo principal es proporcionar protección al territorio, la población y las fuerzas militares de los países aliados contra todo tipo de amenaza misil, balística y aerodinámica. En este contexto, las naciones europeas de la Alianza se han integrado, desde tiempos de paz, en una única estructura de mando y control bajo dirección del mando supremo aliado para el continente (SACEUR). Dada la potencial amenaza que suponen los misiles balísticos por su alcance, difícil detección y destrucción y carga de guerra, cobra especial importancia la defensa antimisil balístico (Ballistic Missile Defense, BMD), que se basa en una estructura única e integrada de mando y control, dotada de sensores de alerta temprana capaces de detectar lanzamientos y de sistemas de armas que proporcionen una defensa en capas (layers) con la que garantizar una respuesta óptima ante cualquier ataque. España, como miembro de la OTAN, no ha permanecido ajena a este esfuerzo internacional. Desde la cumbre de Praga de 2002, la participación española se ha desarrollado en diferentes ámbitos (mando y control, sensores, sistemas de armas); por tanto, ha actuado, en la medida de sus posibilidades, en todos los pilares de la defensa antimisil (defensa activa, ActD, y pasiva, PD), sistemas de inteligencia, mando y control y Jonatán Romero Pérez. Capitán. Artillería LA CONTRIBUCIÓN ESPAÑOLA A LA ARQUITECTURA DE DEFENSA ANTIMISIL DE LA OTAN Desde tiempos de la Guerra Fría, la Alianza Atlántica ha sido consciente de la amenaza que los misiles balísticos suponen tanto para sus fuerzas militares en particular como para su territorio y población en general. La carrera armamentística que tuvo lugar en aquellos años propició la creación de grandes arsenales en los que los misiles, con su alcance, velocidad y capacidad de carga nuclear, suponían una amenaza potencial para la seguridad global. En las últimas décadas, la proliferación de este tipo de vectores en muchos países, así como la amenaza que supone su potencial adquisición por grupos terroristas (dada la inestabilidad que caracteriza la situación en muchas regiones del mundo), han aumentado el interés de la Alianza por dotarse de un sistema eficaz de defensa antimisil. En este contexto, y especialmente tras el cambio de mentalidad frente al terrorismo que supusieron los atentados del 11 de septiembre de  2001, la OTAN ha desarrollado su doctrina tratando de integrar, en un único esfuerzo conjunto, la defensa antimisil (Missile Defense, MD) como un sistema que permita concentrar la defensa global de estos tres elementos: fuerzas militares, territorio y población de la Alianza. A través de una serie de acuerdos (Cumbres de Praga  2002, Riga  2006, Bucarest  2008, Estrasburgo / Kehl 2009 y Lisboa 2010) se ha ido perfilando el cambio de mentalidad desde una protección centrada en las fuerzas desplegadas en un escenario de combate convencional hacia la búsqueda de una cobertura global de los territorios nacionales en un contexto de inestabilidad


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