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REVISTA GENERAL DE MARINA AGO SEP 2017

teRceR centenaRio de la cReaciÓn de la Real coMPaÑÍa... las limitaciones, pocas, ¡demasiado pocas!: no precisa ser un artículo largo ni siquiera excesivamente riguroso. Me puedo basar en estudios profusamente documentados o simplemente en mi experiencia personal y, finalmente, siempre a criterio del autor, en una historia novelada o un ensayo. En resumen, ¡un «regalo»! que no deja opción al racional y natural impulso de declinar el ofrecimiento. Enfrentado una vez más a un papel en blanco, y conforme se acerca la fecha de entrega del artículo, la euforia inicial se va transformando, poco a poco, en dubitativa sensación y posteriormente en desoladora certeza, especialmente cuando, tratando de ordenar ideas para dar forma al artículo, mi mente se empeña en recrear persistentemente el célebre soneto del Fénix de los ingenios, cuyos versos iniciales creo recordar que rezaban así: «un soneto me manda hacer violante, que en mi vida me he visto en tal aprieto…». Apelando, pues, a la formación recibida, a la propia experiencia personal y, por qué no, a algo de inspiración divina, pongo «manos a la obra» e inicio la tarea. Haciendo un esfuerzo de memoria, pues no en vano han pasado ya casi 38 años desde mi ingreso en la Escuela naval, llego a la conclusión de que mi prioridad como alumno, y especialmente durante los primeros días de aspirante, era, dicho en antigua terminología cEvAco, «flotar» y tal vez «moverse ». no se podía pensar en «combatir» con un horario repleto desde el lunes hasta el mediodía del sábado que en ocasiones se apretaba hasta ahogar por la inveterada costumbre de que la primera brigada debía formar cinco minutos antes del comienzo de cualquier actividad. Poco a poco, el aspirante se va haciendo consciente de su propia realidad y sobre todo del entorno que le rodea, y aún recuerdo cuando a la vuelta de las vacaciones de navidad resonó en la explanada la voz de un brigadier diciendo: «¡novena brigada “Alfa”, atención! ¡En masa, a formar!». En ese momento, me di cuenta de que los alumnos de la Escuela no se limitaban a los de las cinco brigadas correspondientes a los respectivos años de carrera, sino que, además, existían otros que compartían con nosotros la experiencia de formarse en ella. considero que es conveniente hacer un paréntesis y echar la vista atrás para, a la luz de las distintas normas aprobadas, tener una idea del porqué de la existencia en la Escuela naval de las distintas brigadas. la real compañía de guardiamarinas nace para formar en competencias a oficiales del cuerpo general (1). la actual denominación de Escuela naval Militar responde a una decisión tomada en el año 1908 (2) para trasladar la (1) «gente de guerra y parte principal de la que se guarnecen los navíos», según reza el capítulo vi de las ordenanzas de Patiño. (2) se inauguró en el año 1913. 346 Agosto-septiembre


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