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REVISTA HISTORIA NAVAL 138

DIEGO TÉLLEZ ALARCIA Temporal en Buena Esperanza y cambio de planes: rumbo a Montevideo Mucho más grave iba a ser la travesía del cabo de Buena Esperanza, a cuyo «frontón» llegaron el 24 de abril. Al día siguiente se internaron en un temporal recio que tan solo pudieron dejar atrás el 4 de mayo, una vez superado dicho accidente geográfico. En esta ocasión, el buque sí que sufrió importantes desperfectos, hasta el punto de que el propio Latre notificaba el día 4 que estaban haciendo 2,5 pulgadas de agua por hora. El capitán describía dichos daños en estos términos: «… desde este último punto hasta el día 4 de mayo fue cuasi un continuo temporal del ONO al NNO con ventarrones tan fuertes y la mar tan elevada que, a pesar de haber tomado cuantas precauciones fueron asequibles para el alivio del buque, no pudimos evitar que padeciese infinito, aventando mucha parte de la pernería que sujetaba a unas curvas de hierro que tiene este buque en el combés, de cuyas resultas tenía tanto juego en los costados que se aventaron las estopas de trancaniles y costuraje de los mismos costados y cubiertas » (43). Para colmo de males, el 6 de mayo, casi a la altura de la bahía de Tablas, la Santo Domingo alcanzaba a una fragatilla americana de nombre Fénix, mandada por el capitán Jacobo Peterson, que les informaba del combate que había tenido lugar el 5 de octubre del año anterior frente al cabo de Santa María, en el Algarve, entre una escuadra inglesa y otra española, ambas integradas por cuatro fragatas (44). Era esta una acción de guerra que contravenía la neutralidad española y que había finalizado con la voladura de la Nuestra Señora de las Mercedes en plena acción y con el apresamiento posterior de las otras tres fragatas. Una acción que ponía en una delicada situación a Latre y su gente, dado el estado de la Santo Domingo y su valioso cargamento. Al igual que el capitán Peterson, Latre barruntaba la ruptura de hostilidades. Y, dado que la prudencia a la hora de conducir el cargamento era el norte de las instrucciones que había recibido de la Compañía, el oscense decidió variar el rumbo de inmediato, fuera de que los severos desperfectos del buque también aconsejaban recalar lo antes posible en un puerto amigo. El nuevo destino sería Montevideo, al otro lado del Atlántico sur (45). El 12 de junio, a su llegada a aguas brasileñas, la nave española topaba con una zumaca portuguesa que informaba de la presencia en aquella región de un corsario inglés, al que el capitán luso denominaba «pirata» por no llevar patente de corso: «… nos aseguró no haber crucero de ingleses en el Río de la Plata y que un corsario inglés de 24 cañones al que llamaba el portugués pira- (43)  «Extracto de las navegaciones…» (44)  El encuentro aparece narrado con detalle en ibídem. También se menciona en AGNU, Archivo Histórico, Capitanía del Puerto 95. (45)  «Extracto de las navegaciones…» 18 REVISTA DE HISTORIA NAVAL Núm. 138


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