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REVISTA GENERAL DE MARINA OCT 2017

TEMAS GENERALES Es de recordar que en la vida del Guadalquivir las galeras han desempeñado un papel considerable muy anterior a la Carrera de Indias. Ya en tiempos de Alfonso X, Sevilla disponía de una flota propia al mando de cómitres. Siempre presentes en el estuario, ayudaban en los movimientos de las armadas y flotas. Arrastrados por los finos remos de estas, era cómo los pesados galeones del Rey franqueaban los pasos más difíciles del río. Ya lo decía el conde de Villalcázar: «El año de 64 la Flota de don Nicolás de Córdoba tardó en salir por la barra muchos días y al cabo si las galeras no hubieran remolcado a algunos bajeles, ni podían haber seguido a su Capitana» (28). Además de brindar esta crucial ayuda, y por supuesto ofrecer protección, también llevaban los suministros y mercancías urgentes. Transportaban los tesoros y mercancías más valiosas de los barcos descargados en otros puntos intermedios del Guadalquivir hasta el Arenal. Este último papel se iría precisando y diversificando a lo largo del siglo XVI. En definitiva, podemos señalar que durante algún tiempo las galeras permitieron superar el constante desafío que entrañaron los bajos del río y el progresivo aumento del tonelaje de las embarcaciones. Pero, no nos olvidemos de las «barcas»: grupo del que, por ejemplo, formaban parte las lanchas, chalupas, tartanas o los barcos luengos. Conforme el cauce iba perdiendo fondo, más protagonismo cobraba esta heterogénea masa de pequeñas embarcaciones. Por lo tanto, tenemos que aceptar que en el río por debajo de la navegación «mayor» existió una «menor» plenamente adaptada a sus condiciones. Las funciones auxiliares de estos llámense barqueros con el resto de embarcaciones permitían la interrelación de todo el complejo portuario del estuario. En los preparativos de una flota en el bajo Guadalquivir, se podía observar un ir y venir de pequeñas embarcaciones de diversas categorías cargadas de víveres, municiones y mercancías. El propio Antonio Pigaffeta comentaba que «algunos días después, el comandante en jefe y los capitanes de las otras naves se vinieron en chalupas desde Sevilla hasta San Lúcar (sic), y se acabó de vituallar la escuadra» (29). Como vemos, incluso las propias autoridades comprendían el importante papel que estas cumplían. Sirva de ejemplo el informe de 1579 en el que la Casa de Contratación informaba para que los «barcos de alijo» estuviesen preparados al retorno de la armada de Cristóbal de Eraso. Debido al «vituallar estado en que el río San Pablo, fue remolcada por 10 barcos luengos para atravesar la barra de Sanlúcar. Ello no impidió que en uno de los bajos de la desembocadura quedase varada. En STAPELLS JOHNSON, Victoria: op. cit., p. 13. (28) SERRANO MANGAS, Fernando: «El discurso del conde de Villalcázar», en SERRERA CONTRERAS, Ramón (coordinación): Sanlúcar de Barrameda y el Nuevo Mundo. Ayuntamiento de Sanlúcar de Barrameda. Patronato Municipal para la Conmemoración del V Centenario del Descubrimiento, 1990, p. 230. (29) PIGAFFETA, Antonio: op. cit., p. 12. 2017 429


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