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REVISTA GENERAL DE MARINA OCT 2017

25.067.—Lugares sagrados Una Real Orden de 12 de julio de 1752 disponía que «todo soldado que se refugie en iglesia por delito leve y no merezca por él la pena capital o grave, sea extraído del sagrado para hacerle continuar en el servicio de las armas sin imponerle otro castigo ni condena, en cuya forma no se ofende la inmunidad y se evita que incurran en el delito capital de deserción». Con ello se trataba de poner fin a este tipo de situaciones, ya que en Cartagena se hallaban refugiados en los conventos de San Francisco y Santo Domingo varios soldados de los batallones y brigadas de Marina procedentes de Cádiz. J. A. G. V. 25.068.—Islas Chafarinas En la mañana del 6 de enero de 1848 y para legitimar los derechos que se tenían sobre las islas Chafarinas, fuerzas expedicionarias al mando del general Francisco Serrano tomaron posesión de ellas en nombre de S. M. la reina Isabel II. Días después, La Gaceta de Madrid relataba el hecho poniendo de manifiesto que en la tarde del 4 habían zarpado del puerto de Málaga los vapores de ruedas Piles y Vulcano, remolcando entre ambos cuatro buques de transporte, el bergantín Isabel II y el místico Flecha, que salvando las dificultades de un fuerte temporal fondearon al día siguiente en Melilla, levando anclas en la madrugada y arribando a las nueve y media en el hermoso y cómodo puerto que proporcionan las islas, MISCELÁNEA saltando a tierra una hora después. El acto de toma de posesión, presidido por la bandera de España y al pie de cuya asta se colocó el general con todos los jefes y oficiales del Ejército y la Marina que le acompañaron, tuvo lugar en la isla del centro, donde también habían desembarcado una batería de montaña y dos compañías de preferencia del regimiento de África. Las pequeñas islas quedaron bautizadas con los nombres de Isabel II la del centro, Rey la del este y Congreso la del oeste. J. A. G. V. 25.069.—El mando de unidades navales Durante muchos años se ha discutido la adjudicación de mandos en la mar a oficiales que apenas han pisado cubierta. Incluso algún caso se comenta de quien no habiendo sido nunca comandante de la guardia en el puente de un buque en la mar ha sido galardonado con el mando de una unidad de nuestra Armada. Sin embargo, podríamos decir que llueve sobre mojado, pues el ilustre marino e historiador José de Vargas Ponce nos comenta en una de sus publicaciones cómo en la Edad Media se daba el mando de las expediciones y flotas navales de manera «promiscua», es decir, que igual daba que la expedición fuera marítima o terrestre, lo importante era que la persona fuera de la confianza del rey. Eso sí, Vargas Ponce nos aclara que hacerlo así no le parecía a él obrar de «buen acuerdo». DAVA 2017 575


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