De izquierda a derecha: erizo de mar (Equinoideos), estrella marina (Asteroideos) y holoturia o pepino de mar (Holoturoideos). (Foto del autor). El caso es que me da a mí que, por esta vez, el asunto de los equinodermos nos va a complicar un poco la vida. Ya lo decía la científica norteamericana y cabal feminista Libbie Himan (1888-1969): «Los equinodermos forman un noble grupo diseñado para confundir a los zoólogos». Y como el coronel que suscribe no es quien para llevar la contraria a tan insigne especialista en invertebrados marinos, el lector me disculpará si en la presente edición de Rumbo a la vida marina acaba metido en un buen lío, ya que pretender explicar en pocas palabras qué locura es un equinodermo es algo que supera con creces la escasez de neuronas del autor. Y máxime si, en nuestro empeño, no vamos a tener más remedio que acudir a movernos por la intrincada selva de los árboles de la evolución, donde la búsqueda de relaciones evolutivas entre animales es uno de los problemas más candentes que existen en el mundo de la biología, porque muchas de las hipótesis que se proponen para su esclarecimiento se basan en coincidencias que ocurren en la vida RuMBO A LA VIDA MARINA Arriba, foto del autor, una ofiura (Ofiuroideos); debajo, una comátula tropical (Crinoideos), imagen conseguida en Internet. 482 Octubre
REVISTA GENERAL DE MARINA OCT 2017
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