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REVISTA GENERAL DE MARINA OCT 2017

RuMBO A LA VIDA MARINA humanas». Recordaremos que en las pasadas ediciones de Rumbo a la vida marina solo habíamos tratado de los animales incluidos en la otra línea evolutiva fundamental, la de los Protostomados, en cuyo desarrollo embrional la boca aparece antes que el ano. Como los detalles son complejos, creo que es preferible que, antes de meternos en materia, echemos un vistazo al sencillo árbol evolutivo que acompaña a este texto (página anterior) para fijar cuatro ideas básicas que nos ayuden a centrarnos y a aclarar en qué posición se encuentran los equinodermos con respecto a las dos mencionadas líneas evolutivas y, de paso, que nos sirva como sucinta recopilación de cuanto hemos tratado hasta ahora en Rumbo a la vida marina. Observemos que en la primera línea horizontal nos encontramos con el grueso de los llamados verdaderos animales o Eumetazoos y, a la derecha de todo, veremos un epígrafe que encabeza la columna de los Parazoos, poríferos o esponjas, que por su marginalidad dejaremos aparcados en su propia etimología: «al lado de los verdaderos animales», y sin más comentarios. En la segunda fila encontramos la gran mayoría de animales que han alcanzado la moderna simetría bilateral, y a la derecha la minoría de los que mantienen la antigua simetría radial, que en el esquema engloba exclusivamente, repito, exclusivamente, a los cnidarios, corales y medusas, los cuales son muy primitivos porque carecen de las grandes vigas maestras que sustentan la arquitectura de las criaturas más evolucionadas: no son bilaterales, únicamente tienen dos capas germinativas de las tres recomendadas, carecen de cabeza, de celoma, de estómago y de ano y están destinados nada más que al sedentarismo o la pasividad, que son los modos más retrógrados de subsistir. En la tercera fila entramos ya de lleno en faena y, para abrir boca, nos encontramos con los animales Deuterostomados (desplegados en un «candelabro» de color blanco), de los que solo nos interesa saber, por ahora, que aquí están los equinodermos (objeto de nuestro capítulo de hoy) y los vertebrados, es decir, los peces, pájaros, la vaca que ríe feliz de ser y nosotros mismos. A la derecha, y en la misma línea horizontal, nos encontramos con los Protostomados, cuyo despliegue aparece en negro, y con los que tampoco quiero que el lector se fustigue los sesos, sino que procure situar en esta línea evolutiva a tantos animales marinos de los que hasta ahora hemos tratado en estas páginas, entre los más recientes los moluscos: caracolas y caracoles, bivalvos, calamares, sepias… Otra conclusión fácil de deducir a la vista del repetido esquema evolutivo es que nosotros o una gaviota poco tenemos que ver con los equinodermos porque se separaron de estos hace muchos millones de años para seguir su propia línea evolutiva. Todo ello supone —a ver si nos entendemos— que una sardina no puede descender directamente de una estrella de mar pero, desde luego, sí que ambos descienden de un antecesor común, que sería el que dio origen, posteriormente, a que se bifurcasen dos ramas evolutivas distintas, la del pez y la del equinodermo. Las pequeñas elipses que aparecen dibujadas en el esquema de marras nos indican el origen de un clado que, con las obligadas reservas, son 484 Octubre


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