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REVISTA GENERAL DE MARINA OCT 2017

RuMBO A LA VIDA MARINA Teníamos pendiente el demostrar lo iguales que son animales tan distintos como un erizo y una holoturia, por ejemplo. Para ello pasemos a una clase de manualidades —no está de más rejuvenecer de vez en cuando— en la que vamos a suponer que tenemos en nuestras manos una estrella de mar de plastilina. Pongamos al bicho horizontal y mirando hacia abajo, con los brazos colgando poco más o menos. Ahora cojamos por las puntas sus cinco brazos, los reunimos es un mazo central y la estrella habrá cogido forma de globo, de pera, ¿verdad? Pues achatémosla a continuación hasta que adquiera la forma esférica y, como por arte de magia, ya tenemos en nuestras manos al erizo, con su parte oral abajo y la aboral arriba, como está mandado, convertido prácticamente en un trasunto de la estrella, aunque con sus espinas más alargadas y algo más aptas para el movimiento. Este parecido nos resultará más claro si «pelamos» al erizo de sus espinas y observamos que su esqueleto calcáreo (que muchas veces aparece de arribazón en las playas) está distribuido en cinco tramos (recordad que cinco es el número mágico en los equinodermos) que, como si fueran los meridianos del globo terrestre, recorren su cuerpo de arriba abajo, es decir, que a poca imaginación que le echemos veremos allí «translo- En la presente colección de esqueletos de erizos del doctor Valledor, a quien agradecemos la cortesía, se aprecia la pentamería de los equinoideos en sucesión de cinco figuras, como si fuesen los meridianos de un hipotético globo terrestre. Los arcos de diminutos poros que difícilmente se hacen notar en la reproducción de esta foto pertenecen a la salida de los pies ambulacrales. 2017 493


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