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LA LEGION 540

Colaboraciones<< Este año la Peregrinación Militar Internacional (PMI) a Lourdes tuvo lugar entre el 19 y 22 de mayo, bajo el lema “Dona Nobis Pacem”, expresión latina que nos anima a darnos la paz. En la Peregrinación participaron 43 Delegaciones de distintos países y más de 12.600 peregrinos. La peregrinación española comenzó en Zaragoza, en una emotiva concentración en la que nos despedimos de nuestra Patrona, la cual nos brinda una ayuda que nos lleva a Cristo. Desde la Basílica a orillas del Ebro nos dirigimos a Lourdes. Desde el primer momento los peregrinos nos unimos por lazos de fe, intercambiamos anécdotas, vivencias y experiencias que nos recuerdan que además de militares, somos hijos de Dios. Mi binomio en esta peregrinación fue el Caballero Legionario de la VII Bandera, Nicolás Aranda. En el viaje disfrutamos de meditaciones y de muchas refl exiones espirituales. Nos dimos cuenta de la importancia de aunar nuestra vocación militar y legionaria con nuestra identidad cristiana. De esa simbiosis resulta que estemos dispuestos a entregar la vida por nuestro prójimo, y por el pueblo español, además de buscar siempre la verdad y luchar por el bien común. En Lourdes nos recibieron casi como si fuéramos héroes. Fue muy emocionante y me llenó de un gran orgullo. Peregrinos de distintas nacionalidades gritaban a nuestro paso: ¡VIVA ESPAÑA! ¡VIVA LA LEGIÓN! Rápido supe que Lourdes iba a provocar un eco decisivo e intenso dentro de mí. A primera hora de la mañana di gracias a Dios. Estas gracias me llenaban de energía y me permitían comenzar el día con la máxima fuerza. Supimos alejar los pensamientos negativos que son capaces de arruinar el mayor regalo de cada mañana: “el disfrutar de un nuevo día”. Los actos militares y religiosos se sucedieron durante todas las jornadas. El poder mirar alrededor y observar a militares creyentes de otras naciones en paz, realizando ofrendas, rezando, reforzó mi convicción de que en Lourdes nuestras poderosas armas debían de ser: la oración, la fe, la esperanza y el amor. Entre los actos a destacar se encuentran la Eucaristía en la gruta de las apariciones, el rezo en la Basílica del Santo Rosario y la procesión mariana de las antorchas. En esta última procesión se desfi ló a paso lento y en silencio. Sólo se escuchaba el retumbar de nuestras botas negras, paso a paso. Los peregrinos pudieron contemplar a los legionarios, con su verde sarga, emocionados por estar allí y muy orgullosos por representar a La Legión en ese momento. Enmudecían al vernos. La vigilia de la oración, la visita de enfermos, el homenaje a todos los caídos de todos los ejércitos y de todas naciones ayudó a reforzar la espiritualidad que nos envolvía en todo momento. Entre todas las actividades, la que más me impresionó fue el Vía Crucis. Pude experimentar un sentimiento desconocido para mí, que jamás antes había tenido. La recreación de los momentos vividos por nuestro Cristo de la Buena Muerte desde el momento en que fue aprehendido hasta su crucifi xión y sepultura. Mi vivencia fue reforzada por el aura de fe, que casi se podía respirar, y que envolvía a todos los presentes en un impresionante ambiente de silencio y respeto. Quiero agradecer al Teniente Coronel Páter de la Brigada de La Legión, Don Francisco Ruiz Martínez y a mis mandos directos por hacer posible que asistiera a este acontecimiento espiritual y humano, lleno de riqueza para ayudar a vivir plenamente la vocación militar. Lourdes te cambia la vida, ya me lo decían antes de realizar esta peregrinación, y aunque inicialmente fui un poco escéptico tuve que acabar dándoles la razón. Lourdes marca un antes y un después en mi vida cristina y vida legionaria. 540 · III-2017 35 La Legión


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