la isla de Tenerife. Esta agustina del aire, nacida en Zaragoza (1 marzo 1905), falleció en tierras atlánticas el 21 de junio de 1991, a los 86 años. Está enterrada en Santa Lastenia, cementerio próximo a Santa Cruz de Tenerife. Mercedes Milá murió el 13 de diciembre de 1990 en el Hospital Militar del Generalísimo, donde se hallaba internada, mole situada entre la avenida de Cea Bermúdez y la calle de Joaquín María López. Tenía 95 años. La última parte de su vida encajó tremendo castigo: con artrosis de cadera, se fracturó el fémur izquierdo, viéndose obligada a usar muletas. Al final, quedó postrada en una silla de ruedas. Dura como peñasco, Mercedes lo soportó todo. Personas como ella, ni buscándolas por medio mundo se encuentran. Qué ejemplo para cualquier pueblo. Milá fue más catalana cuanto más española, honesta y recia se mostraba. Mercedes está enterrada en La Almudena, Madrid. SIERVAS DE MARÍA: MINISTRAS DE LOS ENFERMOS, MÁRTIRES SIN TEMOR Y HOY PRESENTES En 1851, una madrileña, Bibiana Antonia Manuela Torres Acosta, siente que su fe la impulsa a socorrer a los más necesitados. El párroco de Chamberí, Miguel Martínez Sanz, la incluye entre sus filas: auxiliar a los enfermos. Manuela se convierte en sor Soledad. Al partir hacia Guinea el padre Miguel y fallecer, exhaustas, dos de sus compañeras y renunciar las demás, Soledad se queda sola, al frente de una congregación «deshabitada». Cesada como superiora sin razón, solo el auxilio de Isabel II evita la desaparición de su Obra. En 1872, Soledad reúne a las más bravas y decide llevárselas a la guerra, dinástica y revolucionaria: España afronta el tercer conflicto carlista y el mal del cantonalismo. En Valencia, el arzobispo Mariano Barrio intenta disuadirlas, pero Soledad habla con Pedro Barrientos, presidente de la Junta Revolucionaria, quien las envía a las barricadas, donde heridos no faltan bajo el cañoneo constante. Allí curan y admiran. Cuando Valencia se rinde al general Martínez Campos, ellas salen, victoriosas y vitoreadas. En 1936 la congregación se dispersa para evitar ejecuciones en masa. Cuatro son denunciadas por «habérselas visto rezar». A provocación 118 REVISTA EJÉRCITO • N. 919 NOVIEMBRE • 2017 intolerable, pena de muerte. La primera en ser ejecutada (05.12.1936), en Las Rozas, es la santanderina sor Agustina Peña Rodríguez. Tenía 36 años. Tres son apresadas en Pozuelo de Alarcón: la vitoriana Aurelia Arambarri Fuente, 72 años; la navarrica Daría Andariena Sagaseta, de 57, la madrileña Aurora López González, de 86. Las ejecutan en la madrugada del 6 al 7 de diciembre. Agustina, Aurelia, Aurora, Daría, Celia, Mª Fuencisla y Mercedes. Las siete representan a millares de su estirpe. Anónimas patriotas, pero identificadas por sus entregas y cumplimientos más allá de lo asimilable en lo que entendemos como «deber» y «servir», infinitivos supremos de nuestra máxima condición humana. Así deben seguir si nosotros nos comprometemos a mantenerlas intactas no ya en nuestra memoria, sino en el ejercicio de nuestra obligación hacia los Principios que nos unen y por eso nos fortalecen. Juan Pando Despierto / 19-31 de marzo 2017 Agradecimiento: A los funcionarios del Registro Civil en Sta. Cruz de Tenerife, quienes me enviaron, en un día, el Certificado de Defunción de Celia Giménez. Y mi renovada gratitud a Paloma Bengoechea y Eloy Blanco (sé de su eficacia desde 1996 y 2005 respectivamente), del Archivo Histórico del EA en Villaviciosa de Odón. Ellos me proporcionaron todos los datos del Expte P-250, capitán Jiménez Ben-Hamou. Notas 1 Martínez, F. J.: Estado de necesidad: la Cruz Roja Española en Marruecos (1886-1927). História, Ciencias, Sáude-Magarinhos. Río de Janeiro; septiembre 2016, págs. 876 y 881. 2 Conversaciones con José de Cea Fernández en relación a su hermano Ramón, voluntario en la División Azul, quien sufrió la amputación de los dedos del pie derecho en los frentes del Voljov y el lago Ilman. Ramón, Medalla de Sufrimientos por la Patria, obtuvo plaza en el Instituto Nacional de Previsión y fue popular locutor en Radio Segovia. Falleció en 1996. José murió en 1993. Era mi suegro. A diario está presente en nuestra emoción. Nadie tampoco ha olvidado al leal «tío Ramón». 3 Wayne H. Bowten: Spaniards and Nazi Germany. Collaboration in the New Order. Universidad de Missouri, 2000, págs. 86-87.■
EJERCITO DE TIERRA ESPAÑOL 919
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