Page 81

RAA 869 DICIEMBRE

que se lo va a pasar bomba esta noche? —dijo Eva con un claro tono de descontento. Yago, que era muy amigo de «lanzar » todos sus juguetes por el suelo, hizo lo propio con el puzle. En ese preciso instante sonó el timbre de la puerta; era su sobrina que, tal y como estaba previsto, llegaba para hacer las veces de «canguro» con su primo. Borja miró su reloj de pulsera. —Es hora de irnos. Ya vamos tarde… Luego le fríes unas salchichas. Le hemos dejado un puzle que creo que le tendrá bastante entretenido — dijo Borja en tono convincente. —Eso seguro, o casi seguro— respondió Eva en tono de broma mientras cerraba la puerta de la casa. Los primos se quedaron solos. Las 1.000 piezas del puzle en el suelo. El dibujo de la portada, desde luego, era un auténtico quebradero de cabeza que no invitaba a jugar. Sin embargo, sorprendentemente, el juego captó la atención de Yago ante la indiferencia de su prima que no quitaba los ojos de su móvil atraída por el incesante fluir de mensajes de «wasap». Horas después, el ruido de la cerradura de la puerta al abrirse despierta a la joven en mitad de la noche. Al entrar en la habitación, unas salchichas frías sobre la mesa, una sobrina estirándose y un puzle del mundo a falta de completar con la última pieza todavía en la mano de Yago provocan una increíble sorpresa reflejada en las caras de sus padres… y en la de su prima. —Pero… ¿esto qué es?, ¿se lo has hecho tú? —preguntó Borja señalando el puzle y mirando a su sobrina. —¿El qué, el qué? —contestó indecisa la joven mientras terminaba de desperezarse. —No, papá, lo he hecho yo solo, yo solo. ¿A qué he superado el desafío? —afirmó en tono chulesco el pequeño. Padre y madre se miraron sorprendidos. Yago se levantó y susurró algo al oído de su madre. Ambos esbozaron una sonrisa cómplice. Borja y su sobrina los miraron con curiosidad. —Ya me podéis contar vuestro secreto porque aquí hay algo que no me encaja —dijo Borja. —Nada papá, nada. Yo solo he hecho lo que siempre me has enseñado… No conformarme con lo que parecen ser las cosas y tratar de buscar lo que son en realidad. —¿Cómo?...bueno, estoy cansado para pensar…. mañana me contareis vuestro secreto —Lé respondió su padre mientras bostezaba. Poco después, madre e hijo cogieron cada una de las fichas del puzle, ya completo, y les fueron dando la vuelta una a una, dejándolas todas en el mismo sitio exacto hasta descubrir el otro dibujo del juego, el de la cara oculta en el suelo y que sirvió de guía para que Yago fuera capaz de hacerlo: la torre de Cuatro Vientos. —Mañana Papá lo entenderá todo, es un maravilloso regalo de Navidad —dijo Yago sonriendo. • REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Diciembre 2017 1023


RAA 869 DICIEMBRE
To see the actual publication please follow the link above