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300 AÑOS DEL CUERPO DE INTENDENCIA DE LA ARMADA Una Instrucción adjunta a este real Decreto establecía las normas para el ingreso en el Cuerpo: para ser meritorio el interesado debía haber obtenido plaza elevando instancia a la Junta de Dirección de la Armada por conducto del Intendente de cada Departamento, que las informaba, acompañada de una serie de documentos (partida de nacimiento, profesión del padre, Fe de Bautismo, certificado de soltería y certificado «heroico», en el que se reflejaba la capacidad de soportar «las tareas del buque y las penalidades del mar»). El aspirante debía superar posteriormente un examen de ortografía, caligrafía, aritmética, principios de geometría y geografía elemental. El Tribunal examinador proponía solamente a los que obtuviesen la calificación de «sobresaliente» o «bueno». Cuando hubiese igualdad en las notas se daba preferencia a los que supiesen idiomas, economía política, o fuesen hijos del Cuerpo. Tras obtener la plaza, los meritorios iniciaban su periodo de formación y prácticas: seis meses en las diferentes Secciones de la Contaduría principal, tras lo cual sus Jefes informaban de ellos y pasaban un nuevo examen. Si se declaraba su «ineptitud» eran despedidos, pero si solamente suspendían tenían hasta tres oportunidades para superarlo. los que aprobaban en todas las materias y destinos se escalafonaban por orden de notas y se proponían para su nombramiento para oficial Cuarto, que era el primer empleo de oficial. En este primer empleo se estaba siempre de subalterno en las secretarías, contadurías principales o arsenales, y para el ascenso a oficial tercero —empleo siguiente en el escalafón— debían pasar otro examen sobre las «materias más importantes de los ramos a que haya tratado, y singularmente sobre las obligaciones del contador de un buque, deberá dar razón, con el inventario de un navío a la vista, de la materia, figura y aplicación de los pertrechos de armamento, como así mismo de otros asuntos y ocurrencias en buques y Arsenales». Aunque la primera mitad del siglo había sido desastrosa para la Armada (6), la situación varió a partir de 1845, poco después de la proclamación de la mayoría de edad de Isabel II: mayor estabilidad política, crecimiento económico, impacto beneficioso sobre Hacienda de la desamortización y la gestión de una serie de ministros de Marina capaces se conjuntaron para promover un (6) la combinación de Trafalgar, la invasión napoleónica, la crisis hacendística que paralizó las construcciones navales y provocó la falta de sostenimiento de los buques existentes, la falta de atención al personal —hubo oficiales que llegaron a morir de hambre— provocó que en 1844, según exposición hecha por el ministro de Marina a S. M. en 22 de enero de 1844 la Armada contase únicamente con «un navío en estado de servicio y dos que necesitaban grandes reparaciones, cuatro fragatas armadas y dos desarmadas, dos corbetas, nueve bergantines, tres vapores de guerra y otros tres de poca importancia, quince goletas y nueve buques sutiles». SArAlEgUI: op. cit. 50 Noviembre


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