Sebastián Eslava, el alma de ensenada REVISTA EJÉRCITO • N. 921 DICIEMBRE • 2017 105 a las órdenes recibidas desde Madrid, en su política de reformas, que abarcaría todos los ámbitos de la Administración tanto militar como civil. A las ya comentadas obras de reparación de los castillos de Bocachica, San Lázaro, San Antonio o la fortaleza del Caño de Limones hay que sumar la reorganización de las unidades de la plaza y de sus milicias, a las que sometió a un continuo entrenamiento. Preparó y pertrechó la defensa de Pamplona y San Faustino, y logró asegurar la navegación por el río Zulia. El inmenso coste que conllevó el esfuerzo ocasionó un grave problema de déficit en las arcas del virreinato, agravado por el sistemático incumplimiento del «envío de situados2» por parte de Bogotá y Quito, lo que conllevó la imposibilidad de hacer frente al pago de los salarios de la tropa destacada en Cartagena y provocó una grave revuelta protagonizada por los soldados de los regimientos de España y Aragón y del Regimiento Fijo, motín que solo se pudo contener tras el pago a la guarnición3 de más de 100.000 pesos y tras decretar un indulto general. Eslava, además, restableció e inspeccionó el pago de los impuestos al tráfico de metales preciosos, transporte y comercio. Destacó por su lucha contra el contrabando: «obligó a los exportadores a depositar en la aduana los fardos hasta su embarque (hasta entonces, una vez pesados, los guardaban en sus casas, donde hacían los trueques), aumentó la vigilancia por medio de soldados en los caminos para dificultar el comercio ilegal y ordenó el registro de todo tipo de baúles, petacas y embarcaciones». Lo cierto es que con sus medidas logró duplicar, en los nueve años de su virreinato, la riqueza de las arcas públicas. Pero, con todo, es en el ámbito civil donde la huella de Eslava fue más profunda, «llevando a cabo una importante modernización de Mapa del virreinato de Nueva Granada
EJERCITO DE TIERRA ESPAÑOL 921
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