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EJERCITO DE TIERRA ESPAÑOL 921

y de tan gran limpieza, desaparecida la higiene, expulsada la salubridad, quedaron columnas de cucarachas y campamentos de chinches; un trato penoso a los soldados y denigrante a los cadáveres; una irresponsabilidad desafiante y un clamor en las Cortes, que sólo la Cruz Roja Española y una reina nacida en Escocia, que lo era de España y su más fiel aliada, generala de damas enfermeras y madrileña era, supieron resolver. TODOS HACIA EL OESTE, SÍ; PERO A SU TIEMPO, QUE LA GEOGRAFÍA Y EL CLIMA NO PERDONAN Annual fue una posición ocupada el 15 de enero de 1921. Son bien conocidas las chanzas de Silvestre a sus principales subordinados: coronel Morales, jefe de la Sección de Política, y teniente coronel Dávila, jefe de la de Campaña. Entre bromas y veras estas últimas, ostentosas por la desolación del paisaje y su enriscada orografía, así como por las distancias a cubrir llegados en mala hora los apuros, fueron desechadas. Si Dávila propuso tomar «inmediatamente» Sidi Dris, enclave abierto a majestuosa bahía, aunque sobrevolada por un arco de montes en rebeldía; Morales replicó: «Eso había que madurarlo». Dávila, nacido en Montjuic, del mar tenía una visión placentera. En Sidi Dris buscaba el apoyo naval por si las cosas en tierra se torcían. Morales, nacido en Sancti Spiritus (provincia de Las Villas), virtual centro geométrico de la isla de Cuba —aunque tal relación de coordenadas correspondiese a la villa de Placetas, próxima a la incendiada (4 abril 1869) San Atanasio de Guaracabuya—, del mar recibía inseguridad constante como todo insular, de lo encalmado a lo tempestuoso mediaban pocas horas o incluso minutos. Morales, en Annual, debió sentirse ante desconcertante Sierra Maestra norteafricana: nada de verdor, nada de caudalosos arroyos ni bendecidas fuentes, nada donde cobijarse de los fuegos del sol, ni los del hombre. El rifeño, fama tenía como temible francotirador. Silvestre mandaba sobre un ejército exhausto, mal equipado y peor alimentado, que caminaba en alpargatas y no hacía ejercicios de tiro al menospreciarlos sus mandos, salvo excepciones: coronel Francisco Javier Manella; tenientes coroneles Ricardo Fernández Tamarit, Eduardo Pérez Ortiz y Fernando Primo de Rivera. Jefes de 116  REVISTA EJÉRCITO • 921 DICIEMBRE • 2017 primera para un ejército de reclutas convertidos, por culpa de la desidia ministerial vigente, en soldados de tercera. Un ejército de conscripción obligatoria, que aceptaba tres años de servicio y contaba los días que le faltaban para verse licenciado y olvidarse de Marruecos. Silvestre, en cambio, de los conceptos «Rif y Ejército de África» había hecho su meta y blasón. Morales prefirió hacer del Rif su cometido existencial a fuer de ser tutorial, porque sin un Rif amigo de España jamás habría Protectorado solvente en el norte de Marruecos. NOTAS 1 AGMS, Expte. M-4104 (coronel Morales y Mendigutía); con documentos anexos del antiguo SHM. 2 Conversaciones con Carmen Hormaeche, viuda del ingeniero Gabriel de Morales (fallecido en 1985), en su domicilio madrileño del Paseo de La Habana. Mayo-junio de 1992. En sus recuerdos afloraron la emoción ante el trágico ayer, su espontaneidad descriptiva y convincente precisión sobre aquellos hechos. En 1992 Carmen tenía 74 años y se mostraba pletórica de vida; fidelísima defensora de la obra de su suegro. 3  En su memorización del enfado de Marina ante su ayudante, doña Carmen lo recordó tal cual fuera, es decir, «con expresión muy enérgica». 4  Sentida así por la nuera de Morales la muerte de Ricardo Fresneda Calsamiglia, 45 años, guarda desgarradora similitud con la del capitán Rafael Moreno de Guerra y Alonso, 29 años. Ambos pertenecían al batallón de Cazadores Llerena nº 11, uno de los más castigados en tan infausta jornada. En los RR. DD. (30-08-1910 y 26-12-1912) para la concesión de sus respectivas Laureadas, de Fresneda, tras ser herido dos veces, se decía: «hubo de hacer alto (sic), negándose a retirarse (sic) del campo de batalla y animando a incorporarse (sic) a la línea de fuego a los que se acercaban a él (¡!) para conducirlo a la ambulancia, hasta que poco después (¡!) quedó muerto». Del capitán Moreno de Guerra se argumentó: «al frente de su compañía penetró con su fuerza (sic) en un barranco llegando a combatir al arma blanca y tomar una posición después de ser herido, en la que prosiguió combatiendo (sic) hasta quedar malherido (?) o muerto (¡!) cuando se retiraron las tropas (¡!)». Aquellos héroes no se merecían tan desafortunadas «redacciones».n


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