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EJERCITO DE TIERRA ESPAÑOL 921

Seguridad y Defensa Escudo del Eurocuerpo REVISTA EJÉRCITO • N. 921 DICIEMBRE • 2017  15  lidera Rusia, con unas actitudes que pueden parecer lejanas y no afectar a los habitantes de la Península Ibérica pero que no lo son tanto para los países bálticos (donde se encuentra desplegada una unidad acorazada española), no es menos cierto que la influencia china, abrumadora en el mar del Sur de la China, se hace notar en la actualidad de una u otra forma en prácticamente todos los continentes, de manera sutil y diplomática pero notoria. Respecto al magma islámico, no parece necesario entrar en muchas explicaciones. Sin embargo, quizás la amenaza más sorprendente e inesperada nos haya venido de nuestro aliado y amigo norteamericano, del gobierno del presidente Trump, al que Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo en ejercicio, calificaba, el pasado 31 de enero, en una carta6 dirigida a los jefes de gobierno de los 27, como «amenaza para Europa». Su llegada a la política mundial, unida al problema que para Europa parece suponer el brexit, hace que el momento actual se convierta en la mejor ventana de oportunidad para la construcción de una defensa europea. La no reafirmación norteamericana del artículo V de la Alianza en la pasada cumbre OTAN de Bruselas7 no ha hecho sino reforzar esta impresión. La señora Mogherini, como cabeza visible de la acción exterior europea, ha puesto en marcha la Estrategia Global Europea8, que puede y debe ser el marco general en el que se desarrollen las necesarias iniciativas en el campo de la defensa de Europa. La última de ellas ha sido la reciente creación en Bruselas del Centro Militar de Planeamiento y Dirección para Misiones No Ejecutivas9. Todo es bueno y todo aporta, pero sigue el mismo camino basado en la asunción de que todo se hará sobre las contribuciones voluntarias de los países europeos. Sigue faltando un concreto aporte europeo que, además, daría auténtico valor al pilar europeo de la Alianza. Cada vez que Europa intenta poner en marcha una misión dentro de la Política Europea de Seguridad y Defensa (PESD), encuadrada en la Exterior y de Seguridad Común (PESC), se da la misma situación: una nación líder, generalmente con implicaciones también directas en el asunto, y unos socios más o menos dispuestos a cooperar sin que tal cooperación pueda llegar a implicar repercusiones internas lesivas para los partidos que sustentan los respectivos gobiernos. Si asumimos que en los imaginarios sociales del ciudadano europeo, las antiguas «vigencias» de Ortega, aún no se asume la existencia de un ejército europeo, algo tendrán que hacer nuestros dirigentes europeos antes de que el resto del mundo nos considere intrascendentes. La Unión Europea es un conjunto de sociedades, agrupadas en este caso en Estados, que se unen para formar una entidad política sobre la base de unos principios morales y valores democráticos europeos con objeto de alcanzar ciertos fines, entre los que destaca de modo especial la seguridad. Esto parece claro en el caso de la creación de los Estados nacionales, pero no parece tan claro en el caso de la Unión Europea. La Unión avanza, tímida y lentamente, pero avanza. Su posición en el mundo como agente de estabilidad y seguridad no puede basarse exclusivamente en el soft power; necesita ser capaz de emplearse también en las operaciones de combate y, para ello, precisa


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