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EJERCITO DE TIERRA ESPAÑOL 921

Adiestramiento REVISTA EJÉRCITO • N. 921 DICIEMBRE • 2017  55  • Aptitud psicológica. Estos tres elementos son esenciales para que los combatientes puedan encarar la dinámica en la que se desarrolla su vida profesional, prevenir la ocurrencia de reacciones adversas como las arriba citadas y mantener su capacidad operativa. Consideramos que, aunque los dos primeros elementos reciben una atención suficiente, a día de hoy existen importantes deficiencias en cuanto al entrenamiento y adecuación del aspecto psicológico. ENTRENAR EL CEREBRO PARA DESARROLLAR LA APTITUD PSICOLÓGICA Ya hemos explicado lo que sucede cuando el estrés es tan elevado que nos saca de nuestra ventana de tolerancia. También se ha mencionado el desgaste que sufre el organismo cuando se encuentra inmerso demasiado tiempo en un contexto de amenaza. La buena noticia es que, al igual que sucede con nuestra musculatura cuando vamos al gimnasio, podemos aumentar el grosor y la eficiencia de aquellas zonas cerebrales que usamos mediante el adecuado entrenamiento psicológico. Pensemos, por ejemplo, en lo que sucede cuando una persona aprende a tocar un instrumento. Al principio sus movimientos serán más o menos torpes, pero la práctica repetida y perseverante va produciendo cambios en su cerebro, lo que hace que se potencie la eficacia de las neuronas implicadas y da lugar a la automatización de los movimientos y a la excelencia. Pues bien, dentro de la corteza cerebral existe una zona, la región prefrontal, que tiene unas cualidades particularmente interesantes para el objetivo que aquí nos ocupa y cuya actividad puede ser mejorada mediante una práctica conocida como atención plena o mindfulness, sobre la que hablaremos en breve. Esta parte del cerebro es la responsable de toda la actividad que denominamos «consciente y voluntaria», que nos permite, por ejemplo, autorregular las emociones, hacer una pausa antes de actuar, empatizar con los que nos rodean o conocernos a nosotros mismos. Estas funciones psicológicas son posibles porque la región prefrontal tiene conexiones con el resto de estructuras cerebrales, lo que nos posibilita, por ejemplo, controlar en tiempo real el estado en el que se encuentra nuestro cerebro de supervivencia y ejercer cierta supervisión sobre él. Por decirlo de alguna manera, podríamos considerar que la región prefrontal es el «cuartel general del cerebro». Ahora bien, ¿qué es la atención plena y consciente o mindfulness? Lo cierto es que el mindfulness es un concepto psicológico que ha sido explicado de diversas maneras por psicólogos, psiquiatras y neurocientíficos, cuya definición más conocida es la ofrecida por el biólogo Jon Kabat-Zinn: «prestar atención de manera intencional al momento presente, sin juzgar». En términos psicológicos, se trata de una habilidad que posibilita la autorregulación de procesos emocionales, motivacionales y cognitivos mediante el control consciente del foco atencional, lo que facilita un estado de alerta tranquilo. En primera instancia, el que lo practica aprende a disciplinar su propia atención (cultivo de la recta atención o manera correcta de prestar atención). Para ello focaliza la atención en un soporte (la respiración) y, cada vez que se hace consciente de alguna distracción, regresa nuevamente a prestar atención al soporte. Mediante un aprendizaje progresivamente más complejo la consciencia va serenándose, lo que lleva a experimentar la ecuanimidad (reactividad emocional equilibrada) y la lucidez o alerta necesarias para desarrollar una visión clara y objetiva de la realidad, basada en ese estado de alerta en calma. En el ámbito cerebral, lo que hace la práctica de mindfulness es fortalecer ciertas conexiones que la región prefrontal tiene con el resto del cerebro, con lo que se amplía nuestra capacidad para mantener el control consciente de todas nuestras funciones (de lo contrario, ya hemos visto que es más probable que nuestras acciones se vuelvan irreflexivas y automáticas en situaciones de estrés, además del desgaste que sufre el organismo si no somos capaces de volver a un estado de calma). En este sentido, el mindfulness facilitaría, por ejemplo, que se haga un uso de la fuerza (tanto no letal como letal) pertinente de acuerdo con las reglas de enfrentamiento y ajustado a la circunstancia que se presente, que se mantenga la calma frente a un ataque con dispositivos explosivos improvisados o que aumente la operatividad de un pelotón de fusiles durante un combate en zona urbanizada al existir menos desgaste de atención y mayor sincronía no verbal entre ellos. Existen miles de estudios científicos dedicados a comprobar los beneficios que tiene la práctica de mindfulness en contextos como la salud,


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