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EJERCITO DE TIERRA ESPAÑOL 921

En las orientaciones estratégicas del yihadismo encontramos numerosos llamamientos a ejercer un control efectivo sobre algún país musulmán, para que este sirva de base desde la cual irradiar al resto del mundo la revolución política y religiosa que propugna el salafismo yihadista. Esta idea ya estaba presente en uno de los principales libros de reflexión estratégica de este movimiento radical, Guerreros bajo el estandarte del profeta, escrito por el egipcio Ayman al-Zawahiri poco tiempo después de la intervención americana en Afganistán en 2001: «El movimiento yihadista debe adoptar un plan basándose en el control de un terreno en el corazón del mundo islámico, desde el cual pueda establecer y proteger el Estado del Islam y desencadenar una batalla para restaurar el justo califato basado en las tradiciones del profeta. (…) Los ejércitos solo consiguen la victoria cuando la infantería toma un territorio. (…) no es una meta fácil o un objetivo que esté al alcance de la mano. Pero ello constituye la única esperanza de que la nación pueda reinstaurar el califato caído y recuperar la gloria perdida». En las palabras del lugarteniente de Osama bin Laden, y futuro líder de Al Qaeda, se puede apreciar cómo la falta de ubicación territorial del movimiento yihadista, lejos de ser el resultado de un plan preconcebido, es la consecuencia de la hostilidad de sus enemigos. Al control del territorio y la implantación efectiva de la sharía (ley islámica) se le otorga un significado trascendente, un fuego que terminaría abrasando a los gobernantes «apóstatas», cuya falsedad quedaría expuesta por comparación con un territorio donde rige de manera efectiva la voluntad de Dios. Lejos de ser una mera construcción teórica, los yihadistas tomaban como referente práctico el emirato islámico de Afganistán, el cual, bajo el mando de los talibanes, había conseguido controlar un 90% del territorio del país y establecer instituciones estables de gestión política. El derrocamiento estadounidense de este régimen no acabó con las pretensiones del movimiento yihadista de fundar nuevos protoestados de naturaleza islamista2. La denominación de estas construcciones como «emiratos» gozó de popularidad entre los yihadistas debido a sus connotaciones históricas, que dibujan el emirato como una estructura política menos ambiciosa, en forma de 6  REVISTA EJÉRCITO • N. 921 DICIEMBRE • 2017 «Estado de frontera», que bajo subordinación al califa «lucha por la expansión territorial frente a los no creyentes». Estos grupos intentaron implantar, con desigual fortuna, estas estructuras en Afganistán, Pakistán, el Cáucaso, Argelia, Yemen, Somalia, Irak, Siria, Egipto, Palestina, Líbano, Libia, Malí y Nigeria. Muy pocos de estos intentos consiguieron sobrevivir más allá de un año y solo unos pocos (principalmente al-Shabah en Somalia y un conglomerado de grupos yihadistas en el norte de Malí) ejercieron un control efectivo sobre una porción significativa del territorio y la población. Eso no fue obstáculo para que estos proyectos de construcción estatal recibieran la bendición de los principales líderes e ideólogos de Al Qaeda. Así, por ejemplo, cuando en 2006 los sucesores del recientemente fallecido Abu Musab al-Zarqawi anunciaron la creación del llamado Estado Islámico de Irak (ISI), el grupo recibió numerosas críticas por parte de otros grupos insurgentes e ideólogos islamistas que criticaban la frivolidad con la que el grupo había anunciado la creación de un «Estado de papel» que no era capaz de prestar servicios a la población ni ejercer ningún tipo de autoridad estable sobre el territorio que proclamaba controlar3. El anuncio de esta nueva estructura también fue minusvalorado por la inteligencia estadounidense, la cual estimó que no era sino uno más de los diferentes cambios de nombre adoptados por esta organización y siguió denominando a esta entidad como «Al Qaeda en Irak». A pesar de que las relaciones con su filial iraquí eran muy insatisfactorias, debido a la resistencia activa de este grupo a ser supervisado y seguir sus directrices, Osama bin Laden no dudó en prestar apoyo público a este nuevo emirato yihadista. En diciembre de 2007 Osama difundía una grabación de audio en la que calificaba a sus miembros como «los más comprometidos con la verdad y leales a la senda del profeta» y defendía el nuevo Estado de las críticas de aquellos que consideraban que la posesión de «una capacidad política plena es una condición para establecer el emirato islámico en el presente (…) si esto fuese así, el Islam nunca conseguiría un Estado». A pesar de las notables diferencias entre los distintos «experimentos» de crear un Estado yihadista, todos comparten una intensa


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