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EJERCITO DE TIERRA ESPAÑOL 921

el de su cuerpo». Las heridas de la paliza acentúan el castigo físico, tal como se aplicaba en Argel. Muchos de los episodios del Quijote nos pueden hacer pensar que son meramente divertidos, o tal vez sea así, pero en muchos de ellos la aparente jocosidad está ocultando una tragedia revivida que se muestra cuando menos en tragicomedia. Un ejemplo de ello podría constituirlo el encuentro del caballero con los gatos. Vaciado un saco de cencerros, de él siguen saliendo gran número de los pequeños felinos con cencerros atados a sus colas. Cogido por sorpresa saca don Quijote la espada y arremete contra ellos, «aunque uno, viéndose tan acosado de las cuchilladas de don Quijote, le saltó al rostro y le asió de las narices con las uñas y los dientes, por cuyo dolor don Quijote comenzó a dar los mayores gritos que pudo». No necesita el lector realizar un gran esfuerzo mental para ver en el daño en las narices de don Quijote la reminiscencia de una de las escenas más comunes en Argel: el cercenamiento de la nariz y de las orejas de los cautivos. Y cuando don Quijote confunde los cueros de vino con un monstruo, el vino es para el caballero la sangre de su víctima: lo que necesita su mente en ello es un signo para atraer a su espíritu la continuación de su proyecto vital, sin importarle lo erróneo que pueda parecerle a los demás. No obstante el sufrimiento propio, el tema de la libertad es una constante en la conciencia de don Quijote, que pone las obligaciones caballerescas asumidas al servicio de los galeotes demandando que sean liberados sin más contraprestación por parte de ellos que el que vayan al Toboso a contar a su Dulcinea la hazaña de que ha sido actor. Muchas cosas se han dicho de Cervantes y de don Quijote, y muchas más se dirán porque su estudio es un caudal continuo de enseñanza, tal vez porque murió como vivió: «hidalgo, soldado y pobre». Cuando escribe no se olvida de sí mismo, de modo que, cuando lo leemos con 84  REVISTA EJÉRCITO • N. 921 DICIEMBRE • 2017 atención, sus escritos son espejo de su vida, de sus esfuerzos, de sus trabajos, de sus sufrimientos; pero ello (sin él saberlo) lo llevó a crear la figura del caballero español, noble y generoso. Cuando un miembro del séquito del embajador de Francia en España se extraña de que «a tal hombre no le tenga España muy rico y sustentado del erario público», otro de sus acompañantes exclama: «Si la necesidad le ha de obligar a escribir, pido a Dios que nunca tenga abundancia, para que con sus obras, siendo él pobre, haga rico a todo el mundo». Cervantes, en fin, no escribió solo literatura, de alguna manera (quizá sin saberlo) murió por nosotros al plasmar en sus escritos sus sufrimientos, su propia vida que nos regala generosamente, y de esa forma sigue viviendo en la mente de sus lectores.n Don Quijote y su lucha contra los molinos de viento. Grabado de Gustavo Doré


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