sesgado del lado de la aviación de ala fija; sus queridos Harrier no son los protagonistas absolutos, pero en las páginas en las que a ellos se refiere se adivina su clara vocación y amor a este modelo concreto de aeronave, aunque Mar de alas no se detiene solo en el conocido avión de despegue vertical, sino que va más lejos, hasta consolidar un relato cronológico en el que los actores y los hechos van apareciendo de forma dinámica mediante un lenguaje desenfadado con el que Antonio consigue algo que casi podríamos tildar de heroicidad. Le he escuchado en directo muchas de las historias y anécdotas que ahora recoge en su Mar de alas, y todas ellas, cómicas o trágicas, consiguen transmitir un sentimiento a quien las escucha; y aunque resulta extraordinariamente complicado trasladar esta capacidad de despertar sentimientos y emociones a la literatura, Antonio se destapa como un maestro en este tipo de trama, de manera que cada pocas páginas el lector puede saltar de la sonrisa más abierta al más emocionante pellizco al corazón. Episodios más o menos conocidos, como fueron la llegada a Rota de cada una de las escuadrillas, incluida la delirante incorporación de las avionetas Píper Comanche, núcleo y embrión de lo que hoy es la Cuarta Escuadrilla; la arribada a Rota de los primeros aparatos SH-3 de la Quinta a bordo del portaviones Independence, o la más reciente y trascendental de los aviones Harrier o el portaeronaves Dédalo son hitos que Antonio Ruibérriz recoge magistralmente con ese estilo suyo tan peculiar a caballo entre la natural oficialidad del relato y la mordacidad que con tanta maestría sabe imprimir a sus letras. Mar de alas es la historia de un grupo de marinos que tuvieron la posibilidad de alzar el vuelo, por lo que el libro se compromete con la historia colectiva por encima de la personal de cada uno de sus componentes. sin embargo, más allá de las estrictamente políticas de cada época, hay individualidades que no pasan desapercibidas por mor de la huella profunda que dejaron en la Institución. Por encima de otros muchos, destaca el carácter y el genio (valga aquí cualquiera de sus acepciones) del almirante general Ninín suanzes, padre y mentor de la actual Flotilla de Aeronaves; Miguel brinquis villanueva, pionero y catalizador de los primeros esfuerzos en el improvisado helipuerto en la Escuela Naval, y Manuel de la Puente, brazo derecho de Ninín desde sus años más jóvenes, un TACCO y piloto de helicópteros que, paradójicamente, habría de resultar determinante en la constitución de las dos escuadrillas de aviones de ala fija. El libro que proponen JM Ediciones y Antonio Ruibérriz está abocado a ocupar un sitio de honor en las bibliotecas de los amantes de la Aviación Naval, y aquí hay que hacer una cariñosa y agradecida mención al capitán de navío Miguel López Nuche, que con encomiable espíritu de trabajo supo recoger, a base de notas, las letras que ahora Ruibérriz dispone con maestría para nuestra lectura y, se lo aseguro, también para nuestro disfrute. L. M. A. LIBROS Y REVISTAS 1038 Diciembre
RGM DICIEMBRE 2017
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