TEMAS GENERALES Casa-Museo de la Malvarrosa. se con ir en las horas de clase a la playa para tenderse a la sombra de una barca, mientras contemplaba la tarea de los pescadores que faenaban cerca de la costa. Finalmente se inclinó por los estudios de Derecho, carrera que nunca ejerció. Para huir de la popularidad, y en busca del ambiente propicio para escribir sus novelas, compró un terreno en la playa de la Malvarrosa, sobre el que construyó una vivienda mirando al Mare Nostrum, donde hoy se alberga su museo, cuyas vistas describía así su amigo Joaquín: «¡El agua era de un azul tan fino! y la vibración de la luz era una locura. He presenciado el regreso de la pesca: las hermosas velas, los grupos de pescadores, las luces de mil colores reflejándose en el mar …me proporcionan un rato difícil de olvidar». Le gustaban los veleros, hasta el punto que, antes de hacerse su casa, alquiló una alquería en la misma playa de la Malvarrosa, frente a la que colocó un bote de vela. Admiraba a los marinos y pescadores, hasta el extremo de manifestar que «quería que cuando muriese le llevasen a hombros esos sencillos pescadores». Otro día justificó sus continuos viajes a la costa diciendo que «el mar tenía para él un lenguaje que siempre quería oír»: lo que debieron escuchar Neptuno y Poseidón, ya que las aguas de la mediterránea Costa Azul recibieron su último soplo de vida. En una carta que en sus últimos años envió a José Montero Alonso, le comentaba sobre esa residencia francesa: «Cuando 876 Diciembre
RGM DICIEMBRE 2017
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