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RGM DICIEMBRE 2017

RUMBO A LA VIDA MARINA contacto de dos tejidos distintos pero de especies próximas es el inductor de este sorprendente fenómeno. Quizá el ejemplo más gráfico y popular de regeneración sea el del rabo de la lagartija. Todos sabemos que cuando este pequeño saurio sufre el ataque de un depredador o se mete en luchas rituales de cortejo, se automutila la cola, que queda moviéndose compulsivamente en el suelo («baila como el rabo de una lagartija», dice el refrán). Ante tan llamativo señuelo, el atacante se queda fascinado mirándolo, mientras su propietario intenta escabullirse sin peligro. Esta táctica ya hemos visto que tiene sus posibles antecedentes en la estrella de mar y que fue tan rentable que se ha generalizado en todos sus sucesores y puede que incluso hasta llegar al ser humano. Recuerdo que en nuestras marchas a Penizas de guardiamarinas nos enseñaban que para tratar de localizar a un enemigo emboscado el truco habitual era asomar por encima de las rocas el casco puesto en lo alto de un palo y moverlo adecuadamente para tratar de engañar al enemigo e invitarle a efectuar una salva de reconocimiento que daba la pista de su situación. Puro rabo de lagartija, ¿verdad? Pero ya la lagartija se ha separado mucho de la mar y se ha acercado demasiado al hombre en su anatomía y en su fisiología. Eso quiere decir que en ambos también la facultad de regeneración cada vez está más limitada. En efecto: la mutilación voluntaria de la cola se ha hecho tan rutinaria en la lagartija que incluso dispone de puntos previos de quiebra en determinadas vértebras caudales para facilitarla. Pero, sin embargo, la lagartija automutilada la puede regenerar, pero no al buen tuntún, sino con muchas restricciones, porque al regenerar la cola perdida ya no es capaz de regenerar el hueso, sino que producirá un cartílago sustitutorio que, normalmente, no le permitirá una nueva amputación. O sea, que para la lagartija no existe una segunda oportunidad: si vuelve e amputarse la cola, se quedará sin ella. sin embargo, si la cola no se ha desprendido del todo en el suceso que hubiera provocado la mutilación, en el punto de ruptura frustrado se producen neoformaciones que la mantienen unida al cuerpo y le crece otra cola suplementaria junto a la antigua. Por eso no es raro ver lagartijas con dos colas e incluso con tres. y al igual que todo edifico debe contar con unos cimientos para mantenerse en pie, la construcción que supone el caos de que las células puedan diferenciarse y desdiferenciarse en un momento dado, a contracorriente, tiene que partir de esa primera piedra que es el conocimiento y dominio de la fisiología del embrión y de su desarrollo, ya que en él se encuentra el prototipo, el principio y la cinemática de la vida. Al fin y al cabo, si no se hubieran descubierto el número pi o el Teorema de Pitágoras tampoco habrían existido los rascacielos ni las naves espaciales. y, naturalmente, hay que saber también cómo inciden los resultados de estas investigaciones en las futuras generaciones. y aquí, en este cruce de pilares y ladrillos, es precisamente donde aparecen los erizos de mar, equinodermos que, por cierto y como excepción en el grupo, carecen de la capacidad de regenerarse, que es proverbial en sus hermanos las estre- 2017 895


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