121 El vigia

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Hace 100 años Nacimiento Santander 18 febrero 1918 Hijo de D. Ángel Yllera y doña Avelina García-Lago, en esta ciudad ha nacido un niño que será bautizado con el nombre de Jaime. Nota de El Vigía: Con gran satisfacción traemos hoy a estas páginas a un aviador centenario, a quien felizmente tenemos entre nosotros. Lógicamente, ya no vuela, ni regatea a vela –sus dos pasiones–, pero, con calma, sigue jugando al golf. En cuanto a su cabeza, basta leer la extensa entrevista que, no ha mucho, le hicieron Oscar González y Pablo Sagarra*. Esta es su historia: Terminado el bachiller, ya había cursado un año de Derecho, cuando, tentado por la Medicina, se pasó a dicha facultad y, tras el primer curso, la guerra lo desbarató todo. El 18 de julio, junto a unos amigos, se presentó en el santanderino Regimiento de Infantería Valencia, pero teniendo el presentimiento de que se iba a poner al servicio de la República, se fueron, llevándose Jaime un fusil. Sabiéndose perseguido, no regresó a casa, sino que estuvo escondido hasta que, cansado de la situación, tomó un autobús que lo llevó a las cercanías del puerto del Escudo y embalse del Ebro; desde donde, a través de las montañas, tratando de evitar los pueblos para que al ladrar los perros no le delatasen, caminando durante dos noches alcanzó Burgos, no sin algún susto, que se escapa del límite de estas páginas. Por su afición a la náutica, se enroló como marinero voluntario en el crucero el vigía Cronología de la Aviación Militar Almirante Cervera, donde prestó servicio como atacador de un antiaéreo, desembarcando a los cuatro meses para con la 2.ª Centuria de Montaña, luchar en los frentes de Santander y León. Llamado a un curso de alféreces provisionales, ya en la Academia, fue convocado para el de pilotos, que tenía solicitado. No dando abasto las escuelas españolas, fue enviado a Italia, a Pascara para realizarlo. «Se me dio bien, porque me soltaron a las 3 horas». Voló el Caproni 100 y los Breda 25 y 28; aún así, a su regreso, todos hubieron de pasar por la Escuela de Jerez (Transformación) para obtener el título de Piloto de Avión de Guerra y el empleo de alférez. Seleccionado nuestro personaje para la caza, tras un curso de 27 horas en Gallur, fue destinado al 2-G-3, que formaba parte de la escuadra que mandó el mítico García Morato. «Al combate –contaba Jaime en la entrevista citada– acudíamos en patrulla, volando en formación, casi pegados, sin tropezarnos. Lo hacíamos a gran altitud (a 5.000 m) sin oxígeno; dadas estas circunstancias era normal que llegáramos atontados a tierra. Pasábamos mucho frío, que combatíamos con buenas botas y equipo. Pero era mejor así; cuanta más altura, mejor para lanzarse con velocidad al ataque. Altura y ¡una botella de coñac contra el frio!» «El 1 de noviembre de 1938 cuando varios I-15 Chatos perseguían a bombarderos de la Legión Cóndor, sobre el frente de Gandesa elegí uno, sobre el que me lancé ametrallándole hasta casi chocar con él; “tocado” – como entonces se decía– cayó a tierra, lo que corroboraron los alemanes; Española “Canario” Azaola Miembro del IHCA además, un compañero atestiguó haber visto cómo el piloto se tiraba en paracaídas. Morato me felicitó». «Mi segunda victoria, dos días después, fue en el mismo frente, un I-16 Rata con el que hube de pelear bastante. En alguna ocasión más, junto a otros, creo que conseguí derribar, pero no era fácil atribuir. Yo también recibí tanto metralla de la antiaérea, que casi me mata, como de la caza. Recuerdo un combate con Ratas en el que mi Fiat fue acribillado con 35 impactos; milagrosamente, ninguno alcanzó a mi persona». «Tras la toma de Barcelona, el 27 de enero, al despegar me entró en pérdida y dejé al Fiat patas arriba, con la tripa al sol; así y todo, su estructura era fuerte y no fui herido de gravedad. Mucho me alivió la noticia de la concesión de la Medalla Militar colectiva a mi Grupo, el 2-G-3. La guerra tocaba a su fin y en marzo, en los sectores de Torredonjmeno, Hace 90 años Tragedia Cuatro Vientos 14 enero 1918 Esta mañana se vivió en el aeródromo uno de los episodios mas dramáticos que se recuerdan; serían las diez, cuando el capitán de Ingenieros Luis Sousa Peco, pilotando un Barrón W (Hispano 150 cv) se disponía a elevarse en el espacio para realizar algunas maniobras. Al iniciar la ascensión, no se sabe si porque el motor no funcionase bien o porque fuera así el propósito del aviador, el aparato se deslizó en un vuelo muy bajo, casi a ras de suelo. No lejos de aquél lugar estaban haciendo ejercicios tres pelotones de quintos, a alguno de los cuales arrolló violentamente con el ala izquierda. Tan tremenda fue la embestida que dos de los soldados murieron en el acto y otros ocho sufrieron heridas de tal gravedad que uno falleció a los pocos instantes. Atendidos en primera instancia en el botiquín del propio aeródromo; posteriormente, con las precauciones que su estado requería, fueron trasladados al Hospital Militar de Carabanchel. Hondamente preocupado, el ministro de la Guerra Sr. La Cierva, luego de pasar por el aeródromo para informarse sobre el terreno, acudió al citado centro asistencial donde recibía poco después a S.M el Rey que se interesó por los heridos y las familias de los fallecidos. Nota de El Vigía: Miembro de la 3.ª promoción de pilotos (1913), Sousa desarrolló una brillante carrera vinculada a la industria aeronáutica y al vuelo. Con el empleo de comandante fue nombrado Inspector de Material y jefe de todos los talleres de Aviación. En plena guerra civil, cuando en unión del capitán Lorenzo Pérez Pardo comprobaba el material de vuelo que transportaba el apresado buque Mar Cantábrico, ambos tuvieron la desgracia de caer a una de las bodegas, lo que le costó la vida a Sousa y serias heridas, que le supusieron el pase al cuerpo de Mutilados, a su compañero. REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Enero-Febrero 2018 121


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