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dossier bién se establece que «será misión peculiar de la Academia General del Aire la formación militar de los aspirantes a oficial de todas las Armas y Cuerpos del Ejército del Aire, elevando y depurando su espíritu de servicio y sacrificio, su sentido del honor y de la disciplina militar, fomentando su anhelo de perfeccionamiento y de propia superación, y cultivando el sentimiento de compañerismo y la voluntad de cooperación con todas las Instituciones Armadas». Una misión que, en la actualidad, sigue desempeñándose sin variación alguna, pues mantiene plena vigencia. Una vez fundada, la Academia comenzó su andadura, aunque sin alumnos, pues el centro necesitaba adquirir sus recursos y organizarse. Dos años fueron suficientes para publicar y cubrir las plantillas de personal, para adaptar y completar las infraestructuras aeronáuticas, docentes y de servicios, para desarrollar los planes de estudios para cada arma o cuerpo, y para recepcionar el material aeronáutico, compuesto en su mayor parte por las históricas Bücker Bü-131, que serían el caballo de batalla de la enseñanza del vuelo a los alumnos del arma de Aviación. Y todo ello bajo el mando del primer director de la Academia, el recientemente ascendido coronel Antonio Munáiz de Brea, procedente del arma de Infantería, y que había sido piloto en la Aviación Militar del Ejército. Fue auxiliado en su cometido por el primer jefe de Estudios, el teniente coronel Emilio Leucona y García-Puelles, que llegó al EA procedente de la Marina de Guerra, en la que había alcanzado el empleo de capitán de corbeta. El mando directo sobre los cadetes recayó en el comandante José Llaca Álvarez, primer jefe del entonces denominado Batallón de Alumnos (denominación mantenida hasta marzo de 1953, cuando se cambió por la más aeronáutica de Escuadrón). El comandante Llaca era un oficial de bien ganado prestigio como piloto de caza, pues contaba en su haber con cuatro victorias aéreas, obtenidas como miembro de la 4.ª Escuadrilla Azul durante la campaña de Rusia. Cuentan de Llaca que destacaba por dos características personales: su rigor ordenancista, pesadilla de los cadetes, y su excelente forma física, que le permitía encabezar los frecuentes –y prolongados– pasos ligeros correctivos, actividad El capitán Llaca con la 4.º Escuadrilla en Rusia disciplinaria que gustaba de utilizar como personal medio de «elevar y depurar el espíritu de servicio de los alumnos», en una acepción ciertamente peculiar del decreto fundacional. Tal era así que, años después, uno de los componentes de la primera 60 REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Enero-Febrero 2018


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