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Se acometió la revisión de los procedimientos operativos de la unidad, como normas básicas para el buen funcionamiento de la misma. En cuanto a la parte operativa, se revisaron algunas partes del Manual básico de operaciones. Por último, se actualizaron las fichas de un documento genuino y único del 43 Grupo de Fuerzas Aéreas, el Manual de zonas de carga. Este manual es una de las joyas del Ejército del Aire y merece la pena ser mirado con detenimiento. En sus 850 páginas se recogen los datos de 545 zonas de carga con gran detalle, remarcando elementos naturales (orografía, arcillas de las riberas, zonas de turbulencia...), elementos no naturales (líneas eléctricas, antenas de comunicación, embarcaderos...), fauna (más común en el área, especies amenazadas, control de plagas como el mejillón cebra...), la actividad humana (zona de parapentes, kite-surf, veleros...), protocolos de carga en puertos y, obviamente, la información aeronáutica necesaria para operar en incendio. Cada ficha de zona de carga cuenta con un apartado de miscelánea en el que se incluye información complementaria y algunos datos curiosos, como cuándo se utilizó por primera vez dicha zona y quién era el comandante de aeronave. Año tras año, la Sección de Cartografía hace una extraordinaria labor de actualización de este manual apoyada por las tripulaciones que visitan los pantanos durante los vuelos de instrucción o en misión real y que informan de cualquier variación en ellos que deba ser incluida en la ficha correspondiente. Continuando con las tareas que se estaban llevando a cabo, el Escuadrón de Instrucción seguía enfocado en la ejecución y seguimiento de los distintos PI y el PAB de la unidad, programándose ya las primeras misiones de entrenamiento en mar, puesto que la carga de agua sobre esta superficie es más complicada que sobre un pantano, si bien es cierto que, en función de la orografía, puede implicar una mayor complejidad la segunda. Durante estos vuelos de instrucción en los pantanos habituales, ya comenzaba a oírse un runrún entre las tripulaciones sobre un problema que se nos venía encima de cara al verano. Algunos de los pantanos presentaban unos niveles de agua menores a los habituales por esas fechas y la prolongada ausencia de precipitaciones no invitaba a pensar en una mejora de la situación. En cuanto a la actividad del Escuadrón de Material, en esta época, se centraba en tener las aeronaves a punto para satisfacer las necesidades de instrucción. Sin embargo, esta generación de horas de vuelo se hacía con la vista ya puesta en el inicio de campaña en el mes de junio, ajustando convenientemente el consumo de horas de vuelo y las consecuentes revisiones de avión. Uno de los eventos fundamentales de esta parte del año es la reunión de la Comisión Paritaria contemplada dentro del onvenio entre el Ministerio de Defensa y el MAPAMA. De hecho, se celebran dos reuniones al año, una tras la campaña LCIF para evaluar y valorar la tarea realizada y otra cerca de la primavera para definir cómo será el despliegue para el verano siguiente. En 2017 se decidió mantener el mismo diseño de cobertura que en 2016, puesto que se había mostrado eficaz. Una vez conocido el lugar y duración de los distintos destacamentos se produce un momento de inquietud entre el personal de la unidad cuando se procede a realizar la designación del mismo a cada uno de ellos. Ha de tenerse en cuenta que quienes han de desplegar estarán unos 3 meses de media, entre junio y octubre, lejos de su lugar de residencia. Este hecho tiene importantes consecuencias a nivel personal para los miembros del 43 Grupo. REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Enero-Febrero 2018 95


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