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y apoyar la causa revolucionaria cubana. A su llegada a Santiago de Cuba ya estaba alertada la cadena de mando española e incluso se habían remitido cables telegráficos al presidente Castelar en Madrid informándole de los hechos. La reacción inicial española fue quizás precipitada, pero se estableció inmediatamente un Consejo de guerra verbal sumarísimo en la fortaleza de Dolores el 3 de noviembre de 1873, bajo órdenes del comandante militar español de Santiago de Cuba, general Juan Nepomuceno Burriel, Consejo que se celebró bajo grandes presiones de la burguesía española y de ciertos lobbies como el Círculo Español, el Club San Carlos, voluntarios milicianos españoles, etc. Según los veredictos unánimes del Consejo verbal, y como reza en el informe administrativo, la sentencia de fusilamiento contra los insurrectos se decidió con el objetivo de «ofrecer a la insurgencia isleña un castigo ejemplar», decretándose el fusilamiento el día 4 de noviembre de 1873 en Santiago de Cuba de los cuatro generales del Ejército Libertador cubano a bordo del vapor: Bernabé Varona (Bembeta), Pedro Céspedes, Jesús del Sol y Washington Alberto Claudio O’Ryan. Una adición a la primera orden de fusilamiento fue expedida por el comandante naval Antonio Fernández el día 7 de noviembre 1873, que condenaba a ser fusilados a otros 37 revolucionarios cubanos (incluyendo miembros de la tripulación y al mismo capitán Fry). No cabe duda de que la situación de tensión social y diplomática iba empeorando en el marco de unas muy tensas relaciones coloniales y diplomáticas entre las potencias europeas en litigio. Además, en esa fecha los cónsules de Inglaterra y Estados Unidos en Santiago de Cuba elevaron un cable con una protesta formal ante el general español Juan Nepomuceno Burriel, comandante de la plaza, sin recibir respuesta. Un siguiente Consejo de guerra fue llevado a cabo el 8 de noviembre de 1873 a bordo del buque de guerra 90  /  Revista Ejército El general Jovellar y Soler, capitán general de Cuba en el momento de los hechos San Francisco de Borja, bajo la presidencia del capitán de fragata Narciso Fernández Pedruñan, tras el cual, y también por unanimidad, se condenaba al día siguiente a fusilamiento a otros 12 expedicionarios. El mismo día 8 de noviembre de 1873 arriba al puerto de Santiago de Cuba el navío de guerra británico Niobe, procedente de Kingston (Jamaica), al mando de sir Lambton Loraine. El comandante Loraine envió inmediatamente un mensaje al general Burriel en el que prácticamente narrados le amenazaba así: «mi Gobierno no está enterado de lo que está sucediendo aquí… Exijo que detenga usted esta carnicería… No creo necesario explicar lo que haría si no atiende mis demandas» “. Por su parte, en la metrópoli madrileña, el presidente Castelar consultaba con su ejecutivo inmerso en una amplia crisis gubernamental republicana, preludio de su fin unos meses después, y daba instrucciones de reconducir el episodio del Virginius hacia la no confrontación con Esta-


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