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REVISTA HISTORIA MILITAR EXTRA II 2017

O´DONNELL Y LA POLÍTICA DE PRESTIGIO DE LA UNIÓN… 155 los hospitales, conventos e iglesias fueron señalados con banderas blancas. El bombardeo de Valparaíso fue muy cuestionado incluso por algunos de los autores del mismos. Seguidamente la flota española levó anclas rumbo a El Callao, el puerto mejor defendido de Sudamérica. El gobierno peruano dispuso la organización de las defensas necesarias a cargo de la Marina y del Ejército, instalándose 56 cañones agrupados en varias baterías, incluyendo una dirigida a la zona conocida como la Mar Brava en previsión de un ataque por la retaguardia. La movilización de hombres fue total. También los extranjeros intervinieron formando brigadas de bomberos, pues se temía que se propagaran incendios por el puerto y la ciudad, mientras se tenía la esperanza de la pronta llegada de los blindados Huáscar e Independencia, muy armados y recién comprados en Europa. La escuadra española llegó a la isla San Lorenzo frente a las costas de El Callao el 26 de abril de 1866. Al día siguiente Méndez Núñez anunció al cuerpo diplomático acreditado en Lima que daría un plazo de cuatro días para la evacuación de la ciudad antes del bombardeo. Este lapso de tiempo fue aprovechado por las autoridades peruanas para ultimar la organización de las defensas de la ciudad. La escuadra española del Pacífico estaba compuesta el día del combate por una fragata blindada, la Numancia, cinco fragatas de hélice (Blanca, Resolución, Berenguela, Villa de Madrid y Almansa) junto con el transporte artillado Consuelo arribando al escenario de guerra el 15 de marzo y una corbeta de hélice, la Vencedora, más siete buques auxiliares, los vapores de transporte Marqués de la Victoria, Paquete del Maule, Uncle Sam y Matías Cousiño y los transportes a vela Mataura, María y Lotta and Mary. El Callao contaba con un total de 69 cañones, 56 en las baterías y 13 en los buques de guerra más lo monitores Loa y Victoria, a los que se sumaban los vapores Tumbes, Sachaca y Colón. En sus piezas de artillería había cuatro cañones Armstrong de 300 libras y cinco Blakely de 500 libras, piezas extraordinariamente poderosas. Según informó el almirante Méndez Núñez y los protagonistas españoles la casi totalidad de las baterías del puerto fueron silenciadas, al punto de que al momento de retirarse los españoles solo tres cañones del Fuerte Santa Rosa continuaban disparando, versión respaldada por el capitán de la corbeta francesa Venus, presente durante el bombardeo. Méndez Núñez sustentaba su victoria en el hecho de no haber sido hundida una sola de sus naves y que, si bien dos de ellas, la Berenguela y la Villa de Madrid, sufrieron daños de consideración y fueron puestas temporalmente fuera de combate esto no les impidió realizar el viaje de regreso a España. La escuadra española tuvo 43 muertos, 83 heridos y 68 contusos. Del lado peruano no Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2017, pp. 155-158. ISSN: 0482-5748


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