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REVISTA HISTORIA MILITAR EXTRA II 2017

O´DONNELL, PRIM Y LA EXPEDICIÓN A MÉXICO 183 apoderarse de las aduanas de Veracruz y Tampico, a fin de asegurarse el cobro de las cantidades no satisfechas por México. Este proyecto nos obligaba a no quedar rezagados en el camino de una posible actuación en tierras mejicanas. O´Donnell anunció a los gobiernos de Londres y París su decisión de intervenir en México, conjuntamente o en solitario, en cuanto fuese posible. La situación había cambiado sensiblemente respecto a la de tres años antes. Francia e Inglaterra estaban en condiciones de intervenir en México, Estados Unidos, no. Y España ? Nuestro país estaba decidido a marchar sobre tierras aztecas. La situación internacional no solo lo permitía, sino que lo hacía más deseable que nunca, y desde 1859 el general Serrano, hombre de confianza de O’Donnell, había sustituido a José Gutiérrez de la Concha, en la Capitanía General de Cuba, potencial base de operaciones. Una vez desaparecidos los obstáculos del panorama internacional, y con México lamiéndose las heridas de su más reciente guerra civil, la operación, desde el punto de vista militar, parecía más oportuna que nunca. España, estaba, desde la Gran Antilla, en las mismas condiciones que cualquier otro país europeo para proyectar en suelo mexicano una fuerza armada importante. Había llegado el momento, pero ¿quién mandaría el contingente militar español en tierras mexicanas? Todo parecía indicar que sería el general Serrano. El 11 de septiembre, el gobierno español cursó órdenes a Serrano, Capitán General en Cuba, para que aprestara las fuerzas precisas. Se trataba de un total de once buques, que irían al mando del general don Joaquín Gutiérrez Rubalcava, para transportar y proteger a unos 6.000 hombres, a las órdenes del también general don Manuel Gasset y Mercader. A ese contingente habría que sumar las tripulaciones, la artillería,…etc. El duque de la Torre se apresuraría, en cuanto le fue posible, a enviar aquellas tropas a tierras mexicanas; incluso antes de recibir las órdenes para ello. ¿Pretendía acaso tomar iniciativas que demostraran, de “facto”, su protagonismo en la cuestión de México? Desde luego antes y después, en París y en La Habana, mantuvo estrechos contactos con los conservadores mexicanos, a los que Pacheco llamaba el “partido español”, que le instaban a emprender una acción a la mayor brevedad y a desalojar a Juárez del poder. Al fin, el 31 de octubre de 1861, se firmó el acuerdo entre Francia, España y el Reino Unido para llevar a cabo una intervención conjunta en tierras mexicanas. La Convención de Londres dio paso a la acción conjunta limitada a los intereses propuestos por los británicos. España intentaría aprovechar la unión con Francia y el Reino Unido para afianzar su influencia en México y, como decíamos, cobrarse viejas deudas. Pero aunque la participación de nuestras tropas acabaría contando con el respaldo prácticamente general de las fuerzas políticas, en un principio los demócratas y los republi Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2017, pp. 183-200. ISSN: 0482-5748


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