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REVISTA HISTORIA MILITAR EXTRA II 2017

O´DONNELL, PRIM Y LA EXPEDICIÓN A MÉXICO 187 No escapaba a los gobernantes mexicanos el desgaste que sufrían tanto las tropas francesas e inglesas, como las españolas, en sus insalubres emplazamientos, cerca de Veracruz. Por eso se mostraba reacio a que las tropas del Ejército expedicionario buscaran emplazamientos más salubres en otros puntos del país, e instaba a los europeos a entrevistarse con los comisionados que enviaría a Orizaba para tratar las diferentes cuestiones. Este requerimiento produjo en el ánimo del general español y de sus colegas franceses e ingleses notable irritación24. El tiempo acabaría sin duda, jugando a favor de Juárez y su estrategia de dar largas a las negociaciones. El conde de Reus, en su respuesta emplazaba al ministro Doblado, o a otro miembro del gobierno, para el 18 de febrero, en el rancho de La Purga, entre la Tejería y la Soledad, para aclarar con él cuanto fuese preciso. Prim no despreciaba al rival. Sabía en carne propia de lo terrible de la guerra y nadie como él intentaría evitarla en todos los momentos, pero no dudaría en combatir hasta donde fuese preciso. Mientras, en España, el ministro de Estado, Calderón Collantes, ya se había enterado de su llegada a México y le instaba a perseverar en la política de lealtad hacia los aliados y de no intromisión en la política mejicana. La empresa de imponer una monarquía, sin el respaldo amplio de la población, que contaría además con la oposición de Estados Unidos y el resto de las repúblicas hispanoamericanas, sería descabellada y, en ese caso, insistía deberíamos quedar al margen. Por otro, O´Donnell le aseguraba que la iniciativa de Serrano de enviar las tropas a Veracruz, antes de tiempo, no sólo no la había conocido previamente, sino que le produjo gran contrariedad. El duque de Tetuán se expresaba en su carta con toda rotundidad: “Nosotros tenemos interés en que se funde un gobierno estable en México, pues no podemos ser indiferentes a sus desgracias, pero no tenemos absolutamente ninguno, en que éste sea monárquico para que lo ocupe una dinastía extranjera”25. Hasta aquí coincidencia entre el conde de Lucena y el marqués de los Castillejos era completa. La opción negociadora tomaba cuerpo, no sin dificultades, auspiciada por la conveniencia política y la necesidad militar. Wyke y el de Reus estimaban necesarios entre 20.000 y 30.000 hombres, para una hipotética guerra, cifra muy superior a la de las fuerzas disponibles. Afortunadamente, González Echeverría, ministro de Hacienda y tía político de Prim, le anun- 24  AAIT. Carta de don José González Echeverría a Prim de 6 de febrero de 1862. 25  AAIT. Cartas de Calderón Collantes a Prim de 7 de febrero de 1862 y de O’Donnell a Prim de 8 de febrero de 1862. Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2017, pp. 187-200. ISSN: 0482-5748


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