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REVISTA HISTORIA MILITAR EXTRA II 2017

LEOPOLDO O´DONNELL Y LA PRIMERA GUERRA CARLISTA 57 Cuando pensamos es los generales isabelinos que se distinguieron en la Primera Guerra Carlista los primeros nombres que se evocan son los de Espartero y Fernández de Córdova. Si pensamos un poco más, enseguida afloran los de Narváez, Espoz y Mina, Quesada, Sarfsfield, Valdés, Diego de León, Oráa y el barón de Meer, y posiblemente no sea hasta un tercer momento cuando salgan a relucir Van Halen, Alaix, Rodil, O’Donnell, Nogueras y otros varios. Y sin embargo, en el caso de O’Donnell estaremos cometiendo una gran injusticia, pues mientras no se demuestre lo contrario su trayectoria durante la contienda fue la más brillante de la de todos los generales del ejército isabelino, pues en menos de seis años ascendió de capitán a teniente general, grado que obtendrá antes de alcanzar la treintena.2 Su biografía militar, en el primer periodo de su carrera, es incomprensible fuera de los parámetros del Antiguo Régimen, donde era posible entrar en el ejército directamente de coronel, y sin tener la menor experiencia militar. Tal fue el caso, por poner un ejemplo, de Prudencio de Guadalfajara, en esos momentos ya primogénito del conde de Castro Terreño, que el 2 de octubre de 1794, con tan sólo 23 años, fue nombrado coronel de infantería del regimiento de Mallorca. O el de Francisco de Paula Bernuy Balda, primogénito del marqués de Valparaíso, que entró en la guardia de Corps en 1791, cuando tenía cuatro años, y en 1807 fue nombrado “alférez del Real cuerpo de guardias de la persona del rey. Brigadier de caballería” sin haber llegado a cumplir los veinte años, pero cuando ya podía alegar dieciséis de servicios. El 14 de julio de 1814, pese a haber pasado prisionero la mayor parte de la guerra de la Independencia, ascendió a mariscal de campo, lo que consolidó su carrera anterior y puso la base de la posterior.3 El caso de Leopoldo O’Donnell no fue tan escandaloso, pero sí estuvo alejado de los estándares que hoy en día consideraríamos normales. Hijo del general Carlos O’Donnell, el 30 de octubre de 1819, cuando contaba diez años, ingreso en el regimiento de infantería Imperial Alejandro en la clase de subteniente, obtenida “por gracia especial”, y “prestando el servicio de guardias y guarniciones hasta fin 2  Narváez, que también comenzó la campaña como capitán, era nueve años mayor que O’Donnell, y al concluir la guerra tan sólo era mariscal de campo, pese a que había alcanzado una gran celebridad por su labor al frente del ejército de reserva. En cuanto a Diego de León, que tan sólo era un par de años mayor, hay que resaltar que al comenzar la guerra era ya comandante, y tenía experiencia bélica, lo que no ocurría en el caso de O’Donnell. 3  Estos casos y alguno más pueden verse en BULLÓN DE MENDOZA, Alfonso: “Nobleza y Milicia en la España Contemporánea”, en Aportes. Revista de Historia Contemporánea, núm. 89, 3/2015, p. 69 y ss. Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2017, pp. 57-80. ISSN: 0482-5748


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