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REVISTA HISTORIA MILITAR EXTRA II 2017

86 PABLO GONZÁLEZ-POLA DE LA GRANJA el pleno y se decidió que habría un jefe político en cada provincia que, al igual que los alcaldes y demás autoridades civiles, obedecerían “las órdenes que en derechura les comunique el general en jefe de operaciones, en las cosas concernientes al mando de las armas y servicios del mismo ejército, quedándose libre y expedito el ejercicio de sus facultades en todo lo demás”8.La supremacía del poder civil había prevalecido. Pero el final de la guerra de la Independencia contra los franceses, muestra una circunstancia muy importante, que habría de marcar la actuación del ejército en lo sucesivo, y es la práctica desaparición del ejército estamental borbónico. Además, es durante la guerra, cuando se asientan las bases del liberalismo castrense que ha definido bien Julio Busquets9. En primer lugar la lógica desaparición de los generales más conservadores, que solían ser los de mayor edad, además, los oficiales españoles capturados por los franceses y encerrados en cárceles donde leían obras de Voltaire, Rousseau y Spinoza10 y muchos se afiliaron a la masonería. En este grupo encontramos militares liberales como Evaristo San Miguel, los Quiroga, Méndez Vigo o el propio Rafael del Riego. Además de los jefes y oficiales procedentes de la guerrilla, se incorporaron al ejército de la postguerra, aquellos que, como Espartero, se habían formado en las academias militares que se improvisaron durante la guerra y para cuyo ingreso no se exigían las pruebas de nobleza, como hasta entonces. La vuelta de Fernando VII y el retorno al absolutismo, es aprovechado por el Rey y su ministro, marqués de las Amarillas, para reformar un ejército sobredimensionado y con exceso de mandos. Esta reducción, tuvo una clara disposición ideológica y se depuró a muchos liberales. Lo mismo ocurrió tras la vuelta al absolutismo después del llamado “Trienio Liberal”, pero lentamente el general marqués de Zambrano en 1826 fue reincorporando antiguos mandos liberales, con el pretexto de incrementar la profesionalización del ejército. Finalizada, en 1825, las guerras de Ultramar con la emancipación de la mayoría de la América hispana, regresan los generales, jefes y oficiales a la metrópoli de alguna manera influidos por los principios liberales que habían impulsados los propios levantamientos contra España, serán los llamados “Ayacuchos”, que apoyarán a su compañero el general Espartero en 1840. 8  BLANCO VALDÉS, Roberto: Rey, Cortes y fuerza armada en los orígenes de la España liberal, 1808-1823, Siglo XXI editores, Madrid, 1988, p.289. 9  BUSQUETS, Julio: El militar de carrera en España. Ed. Ariel, Barcelona, 1988, pp. 58-61. 10  GUERRERO ACOSTA, José Manuel: Memorias de soldados españoles durante la Guerra de la Independencia (1806-1815), Ministerio de Defensa, Madrid, 2009, p. 59. Así lo reconoce el mayor Gallardo de Mendoza, en su memoria escrita. Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2017, pp. 86-122. ISSN: 0482-5748


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