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REVISTA HISTORIA MILITAR EXTRA II 2017

O´DONNELL EL ESPADÓN 91 lar que el general Serrano, ministro de la Guerra en el gobierno de Joaquín María López, envía a los inspectores de las armas de Infantería y Caballería y directores de Artillería e Ingenieros: «Excmo. Sr: Convencido el Gobierno provisional de lo ineficaces que serían sus esfuerzos para afianzar la disciplina militar con la solidez que se propone si no se extinguiese para siempre el espíritu de partido, que así como á (sic) las demás clases de la nación ha dividido hasta el día de hoy por desgracia al Ejército hasta el extremo de que hubiera llegado el caso de tenerse que variar su personal á cada cambio político que ocurriese, se ha designado resolver, con objeto de prevenir este mal gravísimo, encargue a V.E., como de su orden lo verifico, que al formar los cuadros de los cuerpos del arma confiada á su dirección elija para dar entrada en ellos á los generales y oficiales que á la mayor capacidad y aptitud reúnan mayores méritos y servicios, cualquiera que haya sido el partido á que haya podido pertenecer, pues que el Gobierno está resuelto á que desaparezcan del Ejército las banderías políticas, y no queden otras enseñas que las que siempre le han conducido á la gloria por la senda del honor y de los deberes militares, ni se lea en ellas otro lema que obediencia pasiva, Constitución de 1837 y Trono de Isabel II».21 Aunque parezca paradójico, ciertamente, cada uno de los generales que intervinieron empujados por los partidos políticos, quisieron ser ellos los últimos pronunciados y, seguramente por apreciar estos efectos negativos en el propio cuerpo militar. Los generales y en general todos los militares saben que la disciplina es la esencia de la fuerza armada en orden y si esta falla, el ejército se convierte en banda de hombre armados. Por ello temían tanto la politización del ejército y eran perfectamente conscientes de los perjuicios de la manipulación de los hombres civiles. Así los reconocía, condenándolo, el general Narváez en una alocución dirigida al ejército, cuando, por encargo de la Reina, sustituye en el gobierno a Leopoldo O´Donnell: «No ha habido sedición que no haya procurado su fuerza en la seducción del ejército, y no hay revolucionario, por despreciable que sea, que no se vanaglorie de haber seducido a un jefe, un oficial ó un soldado del mismo».22 21  Gaceta de Madrid, 30 de agosto de 1843. 22  General Narváez, duque de Valencia, Alocución al Ejército, Madrid, 30 de noviembre de 1866. Archivo General Militar de Segovia, secc.2ª, div. 3ª, leg. 36. Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2017, pp. 91-122. ISSN: 0482-5748


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