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VICENTE MONTOJO MONTOJO Y FEDERICO MAESTRE DE SAN JUAN PELEGRÍN A finales de 1671, la reina gobernadora recordó que había dado licencia para cobrar un arbitrio de cuatro ducados por bajel y dos por embarcación que entrara en el puerto de Cartagena, con el fin de financiar la limpieza de la dársena, para lo que decidió el ayuntamiento que dos regidores recabaran información de Matías de Torres, guardián del puerto (66). A mediados de 1672, la marcha de las Galeras a Andalucía y Cerdeña transportando al marqués de los Vélez, nuevo virrey, fue ocasión de que se reiterara la orden de que las compañías de vecinos asumieran de nuevo la guardia. Cuando a principios de 1672 eran enviadas a Vélez Málaga dos galeras, se produjo la obligación de Bernardino Bazalote, dietero de los remeros enfermos, de abastecer de carne de carnero por medio de Asireto Calvo. Poco después Andrés Rosique se comprometió a entregar cal para edificar el Hospital Real (67), a lo que siguieron otras contratas de suministros como la de Nicolás Toya Monsarrate, que asumió la provisión de pan para los tercios. El concejo ofreció seis camas para el hospital (68). Además, hubieron de cambiarse los trayectos de las Galeras, como evidencia el traslado de los dos tercios a Barcelona (69) y el del marqués de los Vélez a Cerdeña, por lo que fue autorizado a nombrar los oficios acostumbrados (70). De Calonne fue sustituido en la gobernaduría por Juan González de Salamanqués, general de artillería (71), quien hubo de ejecutar la orden de que las compañías de milicias locales aseguraran la defensa de la ciudad (72) y que las de Murcia fueran a Nápoles (73), estallado que hubo la guerra entre Francia y Holanda (1672) (74). Como puede deducirse de toda esta relación, las Galeras de España y sus oficiales tuvieron una actividad continua a lo largo de los años 1669-1673, y tal situación vino exigida por las necesidades de los presidios de Orán y Melilla, en razón de la inestabilidad política y militar en el norte de África. Por ello, el establecimiento del apostadero de las Galeras en Cartagena obtuvo un respaldo importante por motivos estratégicos, puesto que Argel era capaz de movilizar un importante número de barcos ―trece navíos en 1662, tras sufrir grandes pérdidas por una galerna en el año anterior―, lo que permitió concitar el empeño de Holanda para, en unión con España, dirigir una expedición de castigo que no llegó a realizarse hasta 1681, cuando una armada francesa bombardeó Argel. La prosecución de acciones militares en el Mediterráneo fue ocasión propicia para que las oligarquías de Cartagena, Lorca y Murcia obtuviesen hábitos (66)  AMC, Ac. Cap. 1671-1676, c.º 17 nov. 1671, f. 13v-14r. (67)  AHPM, Not. 5443, s.f., 13 marzo 1672. (68)  AMC, Ac. Cap. 1671-1676, cº. 20 jun. 1672, f. 145v. (69)  Ibídem, c.º 16 oct. 1672, ff. 190r-191r. (70)  AMM, c.ª 27, n. 31, RC 25 nov. 1672. (71)  Ibídem, c.º 21 jun. 1672, ff. 146r-147r. (72)  Ibídem, c.º 20 jul. 1672, ff. 160r-161v. (73)  AMM, c.ª 27, n. 14, R.C. Madrid 10-9-1672. (74)  AMC, Ac. Cap. 1671-1676, c.º 13 nov. 1673, f. 333v-337r. 92 REVISTA DE HISTORIA NAVAL Núm. 139


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