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REVISTA ESPAÑOLA DE DEFENSA 347

t r i b u n a y hemos hecho énfasis en los instrumentos que prevengan o nos defiendan del terrorismo. Los desarrollos más importantes de esta línea son el Marco para el Sur y el Hub de Nápoles. Finalmente, la Modernización. Una línea de trabajo con iniciativas muy interesantes, como la de Coherencia General, que trata de que una organización tan compleja como la OTAN actúe como un todo. De sus numerosas vertientes, destacaré la adaptación de la Estructura de Mando y la mejora del proceso de decisión. La Estructura de Mando adaptada persigue fortalecer la columna vertebral de la Alianza, la NCS, NATO Command Structure. La mejora del proceso de decisión trata de hacernos capaces de reaccionar con prontitud ante cualquier amenaza militar, lo que tiene numerosas implicaciones políticas y conceptuales, siendo la más conflictiva la de una mayor delegación de autoridad en el SACEUR. En cualquier caso, la Alianza ha demostrado y demuestra hoy en día su utilidad y la voluntad de sus miembros de asegurar la defensa Euro-Atlántica frente a cualquier desafío. Las recientes crisis también han mostrado aspectos en los que la organización puede mejorar. Probablemente el más conocido es el limitado gasto en defensa de la mayoría de los aliados europeos, algo que hace cada vez más difícil lanzar operaciones de cierta entidad, y aumenta la desproporción entre la contribución norteamericana y la europea. La llegada del presidente Trump a la Casa Blanca ha significado un retorno a la tradicional insistencia norteamericana para que los aliados aumentemos nuestro gasto en defensa. Los gobiernos aliados se han comprometido a un incremento sistemático de sus presupuestos de defensa durante una década para acercarse al 2 por 100 del PIB, aunque lo verdaderamente importante es conseguir una mejora real de capacidades para asegurar que disponemos de lo que necesitamos. La insistencia norteamericana en el aumento de presupuestos nos lleva a otro de los retos importantes en este análisis de los desafíos de la OTAN: el compromiso norteamericano en la defensa de Europa. La Alianza Atlántica es de hecho la materialización de ese compromiso, y gran parte del valor de la organización es que puede movilizar las inmensas capacidades militares norteamericanas en apoyo de Europa cuando sea requerida. La situación internacional viene exigiendo a los Estados Unidos el empleo de costosos recursos y como consecuencia la impresión de que los contribuyentes norteamericanos realizan un gran esfuerzo para garantizar la seguridad global, y que sus aliados contribuyen a ello de manera limitada, ha prendido en la opinión pública estadounidense y explica muchas decisiones de la actual administración presidencial. Pese a que esa percepción es real, los elementos esenciales de la política exterior norteamericana siguen intactos. La alianza con Europa, de la que la OTAN es su manifestación más clara, sigue siendo vital para los intereses de Washington, y su compromiso con la defensa europea sigue vigente, aunque nuestro aliado seguirá insistiendo en un reparto de cargas más equitativo. Esta petición, más que una muestra de egoísmo, parece bastante razonable en un tiempo convulso. Otro de los desafíos para el futuro de la seguridad en Europa que debe gestionar la OTAN, es lograr una relación fluida con la Unión Europea. La OTAN es una alianza política de naturaleza esencialmente defensiva, con unas capacidades militares excepcionales desarrolladas a lo largo de 70 años. La Unión Europea es un recién llegado a los asuntos de seguridad y defensa, pero su potencial como actor integral sobre todo a la hora de Proyectar Estabilidad, es muy considerable. Resulta por ello difícil imaginar una relación más provechosa que la de la UE y la OTAN, en la que cada organización pueda suplir las carencias de la otra, y ese es el espíritu actual de la relación entre ambas. El desarrollo de una política común de seguridad y defensa (PCSD) es un aspecto lógico y necesario de la integración europea, pero no debilitará, sino más bien reforzará, la credibilidad de la Alianza Atlántica. Las capacidades que se obtengan en el marco de la PCSD y de la Cooperación Estructurada Permanente, servirán también a la OTAN, y no cabe esperar que una Europa más integrada tenga una relación diferente con Estados Unidos de la que actualmente tienen cada uno de sus miembros. Compartimos valores, ideales e intereses que nos unen estrechamente, y que no se van a debilitar. Vivimos tiempos complejos pero, afortunadamente, los pilares de la seguridad europea siguen siendo sólidos, con una Alianza Atlántica que reúne la mayor fuerza militar en el mundo, y materializa el compromiso de la superpotencia norteamericana en la defensa de sus aliados europeos. La simbiosis entre una OTAN militarmente poderosa y una Unión con capacidades más amplias y transversales será, probablemente, la clave de la seguridad europea en las próximas décadas. El progresivo desarrollo de capacidades militares en la UE, lógico en una organización que aspira a una creciente integración de sus EMAD miembros, no va a materializarse en competencia, sino en complemento y refuerzo de las capacidades de la OTAN. Esa es la apuesta española, e incluso en un tiempo futuro, la relación trasatlántica seguirá siendo esencial para mantener a Europa como el espacio de paz, libertad y prosperidad del que hemos disfrutado durante décadas y que ha dado a nuestro continente los mejores años de su historia. Desde una perspectiva nacional, es la fuerza de nuestras alianzas lo que nos permite la superioridad ante quienes intentan desestabilizarnos. Y aunque quizá esto pueda sorprender, precisamente lo que más subraya nuestras políticas y estrategias de defensa, nuestras tácticas y doctrinas, en fin, la mejor ventaja en un mundo interconectado, es disponer de aliados y ser influyentes para afrontar juntos los desafíos que nos rodean. Pero una nación no puede ser influyente en materia de defensa si no aporta un potencial propio acorde con sus propios retos de seguridad y sus responsabilidades. Un potencial basado en la preparación y capacidades militares, en el deseo y ambición de contribuir activamente a la paz y estabilidad, y en la conciencia de defensa de sus ciudadanos, primera fortaleza de un país. L Febrero 2018 Revista Española de Defensa 25


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