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13 Cuba, que concluirá el 16 de julio con la rendición de la ciu-dad y de la provincia. Shafter estaba al mando de una fuerza de 15.000 a 20.000 hombres organizados en tres divisiones: el brigadier Jacob F. Kent mandaba la primera; el brigadier Henry W. Lawton la segunda; y el mayor general Joseph Wheeler la de caballería, pero al caer enfermo con fiebre alta, le relevó su segundo, el brigadier Samuel S. Sumner. A estas tres divisiones se añadía: la brigada independiente del brigadier John Coalter Bates, 12 cañones de tiro rápido Hotchkiss de 81 mm, 4 ametralladoras Gatling y el apoyo de 4.000 soldados mam-bises a las órdenes de Carlos González Clavel, recién as-cendido a general de brigada, quien estaba a las órdenes del mayor general Calixto García Íñiguez, lugarteniente del gene-ralísimo Máximo Gómez tras la muerte del general Antonio Maceo y Grajales en Punta Brava el 7 de diciembre de 1896. En Las Lomas de San Juan combatieron 11.000 nortea-mericanos, que con los 4.000 mambises sumaron 15.000 hombres en total. Según los planes de Shafter para atacar Santiago, el 1 de julio Lawton marcharía con su división (6.899 hombres) con 4 cañones de 81 mm al mando del ca-pitán Capron, para tomar la posición española de El Caney, con su fortín El Viso y el poblado. La guarnición española estaba al mando del heroico general Joaquín Vara del Rey, con solo 550 soldados armados con fusiles Mauser, sin ame-tralladoras ni artillería. Mientras Lawton atacaba el Caney, que suponía poder to-mar en solo dos horas, por la superioridad de sus hombres (al final serían 12 horas de intenso combate), las otras dos divisiones, marcharían directamente contra las lomas de San Juan, Sumner por el centro y Kent por el sur. En cuanto al propio Shafter, al hallarse enfermo como Wheeler, decidió montar su Cuartel General en El Pozo, a 3 km de distancia de la colina de San Juan, y desde allí dirigir las operaciones a través de oficiales montados. En la tarde del 29 de junio, al día siguiente de desembar-car, la Sección de Globos llegó a El Pozo. El intenso calor de la época y sobre todo la lluvia impidieron extender la tela del globo sobre el suelo para su inflado y elevación posterior. Aquella tarde se hicieron tres ascensiones de prueba en las afueras para divisar las defensas españolas en torno a la ciu-dad de Santiago. Luego, los tenientes coroneles Maxfield y Derby, este jefe de Ingenieros, tuvieron que trasladar el globo cautivo a El Pozo con gran dificultad por no haber podido desinflarlo, ya que sin el generador de hidrógeno no hubiera tenido suficiente gas para inflarlo de nuevo. Y después, Derby entregó a Shafter los resultados en un detallado infor-me redactado por la Sección de Globos, a la que alabó por su excelente trabajo y recomendó para que su globo partici-para en el ataque contra las defensas españolas situadas en las lomas de San Juan. Pero pasemos a la batalla de Las Lomas de San Juan, que fue la más dura y sangrienta de aquella guerra, donde unos 1.072 españoles, con el apoyo de dos piezas de artillería ligera, se enfrentaron a unos 11.000 soldados estadouniden-ses reforzados por 4.000 mambises y que dispusieron de las 12 piezas de artillería, las 4 ametralladoras y el mencionado globo del cuerpo de Señales. Nos centraremos especialmen-te en el derribo del globo estadounidense y los cañones de montaña Krupp calibre 75 mm de tiro rápido, convertidos por las circunstancias en cañones antiaéreos. Las lomas de San Juan se integraban dentro del sistema defensivo de Santiago de Cuba. La posición de San Juan, ubicada en la colina homónima, tenía un alto valor estraté-gico al proteger el acceso a Santiago y en su cima había un blocao de ladrillo. Era el centro de una cadena de fortifica-ciones de 3,6 km de longitud con blocaos de madera, desde Dos Caminos al fuerte Punta Blanca. Cerca, como una colina avanzada estaba la loma de la Caldera, a la que los esta-dounidenses llamaron Kettle, donde había los edificios forti-ficados Infantería española en la guerra de Cuba. José M.ª Bueno de una plantación de caña de azúcar. En San Juan y en Kettle se excavaron trincheras tipo carlistas y pozos de tirador, y se tendieron alambradas. Por otra parte, también había defensas naturales, como el río San Juan, algunos arroyos próximos, la propia colina Kettle y un lago existente entre esta y las colinas. Al amanecer del 1 de julio de 1898, las tropas estadouni-denses iniciaron el movimiento de avance de sus unidades hacia Santiago, a la vez que la escuadra de Sampson ataca-ba el poblado de Aguadores. Fue cuando el teniente general Arsenio Linares y Pombo, comandante en jefe del IV Cuerpo de Ejército y organizador de la defensa, estableció su Cuartel General en la bifurcación de los caminos de El Pozo y El Ca-ney, a unos 700 m por detrás de la colina de San Juan. Las lomas de San Juan estaban defendidas por 137 hom-bres de una compañía del batallón de Cazadores de Tala-vera, al mando de José Vaquero, coronel del Regimiento Simancas. Tales efectivos se reforzaron con una compañía del Batallón Provisional de Puerto Rico n.º 1 y otra del Tala-vera, con el apoyo de dos cañones Krupp de 75 mm de tiro rápido. El coronel Vaquero se hizo cargo de la primera línea defensiva compuesta por un total de 521 hombres: las 2 compañías del batallón de Talavera, la del de Puerto Rico en el blocao, 60 voluntarios cubanos del cuerpo de Bomberos y las dos piezas de artillería al mando del coronel Salvador Díaz Ordóñez. El cuerpo de artillería de Ordóñez estaba for-mado por el capitán Patricio de Antonio, el teniente José Fer-nández y 50 artilleros. El Cuartel General de Linares estaba en la segunda línea, que estaba formada por 3 compañías del batallón de Talave-


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