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ra que sumaban 411 hombres. Su misión era evitar los envol-vimientos 14 del enemigo y realizar fuegos cruzados. En la tercera línea y como reserva, se disponía de un es-cuadrón de 140 guerrilleros montados del batallón de Puerto Rico, al mando de Francisco Caula, coronel de Ingenieros, próximo al fuerte de La Canosa y defendido por una depre-sión del terreno.39 Por la noche, se unirían 450 infantes de Marina al mando del capitán de navío Joaquín Bustamante, en el intento fallido de reconquistar la loma de San Juan. La batalla de Las Lomas de San Juan se inició a las 6:00 horas, que fue cuando la batería del capitán Grimes abrió fuego contra el blocao situado en el centro de la posición es-pañola más avanzada. Linares ordenó entonces a Ordóñez, que emplazara la sección de artillería de tiro rápido para con-trarrestar el fuego artillero estadounidense. Una hora después la sección de artillería entró en posi-ción en las alturas de las lomas de San Juan, estando ésta compuesta por: dos cañones Krupp de calibre 75 mm de tiro rápido, el capitán Patricio de Antonio al mando, el te-niente José Fernández y 50 artilleros. En realidad, antes de la posterior llegada de los 450 infantes de Marina al mando del heroico capitán de navío Joaquín Bustamante, jamás pudo haber allí ni 500 hombres, pese a que los historiadores norteamericanos sostienen que hubo unos 1.500. El total de combatientes españoles, entre la guarnición, los refuerzos enviados, los voluntarios cubanos y los infantes de Marina fue de 1.07240 combatientes. Al fuego artillero enemigo respondieron de inmediato am-bas piezas españolas. Se entabló entonces un duelo a la dis-tancia de 2,5 km. Luego, tras una pausa, entre ambos contendientes, el coronel Ordóñez cambió de posición sus dos cañones para batir al objetivo con mayor eficacia. A las 11:00, llegaron 50 ó 60 voluntarios cubanos del cuer-po de bomberos como refuerzos y la artillería española rea-nudó su fuego disparando Shrapnels a una distancia de 2,55 km. Con la corrección de tiro las granadas de metralla silen-ciaron la batería estadounidense y causaron dos veces su abandono por parte de sus servidores, quienes tuvieron que esconderse en la espesa manigua con algunas bajas y mover sus cañones hacia distintos lugares. Shafter no lograba comprender cómo aún no se había ocu-pado El Caney cuando la proporción de fuerzas frente a las españolas era de más de 10 a 1. Pero a pesar de ello, casi a la misma hora, hizo avanzar a las divisiones de Sumner y de Kent desde el Pozo hacia San Juan. Solo había una forma de llegar al río Aguadores y a las lomas de San Juan: un pe-noso camino selvático sin pavimentar, al borde de la espesa manigua y cuyo estado era el de un gran lodazal por la lluvia incesante. El globo estadounidense, apodado cariñosamente Chivato Gordinflón, era el orgullo del cuerpo de Señales y su color amarillo le hacía muy visible en el cielo azul del Oriente cu-bano. Tras realizarse las reparaciones pertinentes, Maxfield ordenó su traslado, no sin antes realizar personalmente un reconocimiento a caballo en busca del lugar más idóneo para izarlo de nuevo. Al acercarse Maxfield a una colina, no pudo continuar, por lo que Derby y él decidieron lanzar el globo por detrás de la misma y así lo hicieron, con lo que se produjo su cuarta ascensión. Una vez más, el globo cumplió su misión de observación, facilitando información sobre los movimientos de las propias fuerzas norteamericanas en su avance. Las fuerzas de Sumner fueron las primeras en va-dear el río Aguadores, iniciando su despliegue a la izquierda de las fuerzas españolas. Al iniciarse este despliegue, las fuerzas cubanas del gene-ral Carlos González Clavel, que marchaban a vanguardia de las de Kent, llegaron al vado produciéndose entonces una gran congestión de tropas, tanto en el vado como en el ca-mino por la manigua espesa que impedía el fácil despliegue de estas tropas que se disponían también a cruzar el río. Los mandos norteamericanos creyeron entonces que era necesa-rio izar su globo por varios motivos: observar y recabar infor-mación sobre las posiciones españolas de las lomas de San Juan; conocer la situación sus propias tropas en aquel cami-no tan estrecho, convertido en un lodazal, y rodeadas de ma-nigua espesa que impedía el despliegue; averiguar si existía algún camino que sirviera para descongestionar las tropas y poder continuar el avance, ya que estas apenas podían moverse; y corregir los disparos de la batería del capitán Gri-mes, pues hasta entonces había tenido escasa puntería. Posteriormente, el teniente coronel Derby ordenó acer-car más aún el globo al frente, a pesar de que Maxfield no era partidario. Sus hombres cruzaron el río San Juan arrastrando el globo inflado y con dos oficiales en la ca-nastilla. Tras colocarse tras las filas norteamericanas, se realizó su quinta ascensión, pudiendo ver sus dos tripu-lantes las férreas defensas españolas. Fue la última ob-servación que pudo hacerse desde el globo, mientras la artillería norteamericana instalada en El Pozo disparaba continuas andanadas para favorecer el avance de las fuer-zas de Infantería y Caballería. En efecto, al izarse el globo Santiago, los defensores espa-ñoles debieron quedarse asombrados al verlo ascender en medio de la espesa manigua hasta una altura de entre 100 y 200 m, por lo que pudieron suponer que el aerostato marca-ría la línea de avance de las tropas norteamericanas de Infan-tería y Caballería, y que estaría entre unos 1.025 y 1.100 m. de sus cañones Krupp. El capitán Patricio de Antonio ordenó Mapa de la Batalla de Las Lomas de San Juan, 01-07-1898 Blocao en la Loma de San Juan


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