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REVISTA GENERAL DE MARINA ENE FEB 2018

TEMAS PROFESIONALES haya mejorado mucho. Incluso se preguntaba, hace solamente un par de años, si nos encontramos en un contexto de nueva Guerra Fría. Lo cierto es que después de que en los años posteriores al desmantelamiento de la URSS se produjera un retroceso presupuestario en todos los ámbitos, incluido el de las Fuerzas Armadas, el presidente Putin se ha propuesto no dejar pasar más tiempo para modernizar, en la medida de sus posibilidades, el sector de la Defensa. Y en el aspecto naval, aunque a un ritmo menor del que sin duda desearía, también quiere incorporar nuevas unidades a su lista de buques. Si pretende, como afirma su estrategia naval, retomar sus flotas permanentes en varios mares del mundo, esa modernización se presenta inevitable e imprescindible. En 2011 se puso en marcha un ambicioso programa de adquisición de armamento (SAP-2020), alentado por el buen momento económico que venía impulsado por un elevado precio del gas y del petróleo, del que Rusia es el segundo exportador mundial. El programa afecta a todas las ramas de sus Fuerzas Armadas, beneficiando especialmente a su despliegue de armas estratégicas. La clara intención del presidente Putin es que se vuelva a considerar a Rusia una potencial global, cosa que hasta el anterior presidente de Estados Unidos negaba en público. Regreso tras veinte años de ausencia Tras la desaparición por colapso de la URSS y de lo que representaba, con el desmoronamiento del bloque soviético y la aplicación a los países que durante décadas habían estado bajo la égida de Moscú de la denominada Doctrina Sinatra (cada país evolucionará a su manera), todo cambió en términos de seguridad. Uno de los escenarios en que la nueva Rusia dio un paso atrás, casi una carrera marcha atrás, fue el Mediterráneo. Este mar, que baña el flanco sur de la OTAN, todo el norte de África y las costas de los países más occidentales de Oriente Medio, además del acceso al canal de Suez, había sido un escenario secundario durante la Guerra Fría, pero sin duda se habría tornado relevante si se hubiera producido un enfrentamiento efectivo entre las dos superpotencias. En 1973, coincidiendo con la Guerra del Yom Kippur, la V Eskadra soviética, que desde 1965 pretendía discutir a la VI Flota norteamericana su pleno dominio de este mar, llegó a sumar 96 unidades navales en presencia. Ese casi centenar de buques de guerra influyó en dicha crisis, aunque no de forma decisiva, dado que tras la misma el acercamiento de Egipto a Occidente e Israel se hizo evidente, culminando con los Acuerdos de Camp David de 1978 y la salida de los buques soviéticos de los puertos egipcios de Marsa Matruh, Port Said y Sollum. La ausencia de fondeaderos suficientes y seguros 122 Enero-feb.


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